Raymond Chandler y el cine - Rafael Filippelli




Chandler no tuvo mucha suerte con el cine; más bien disgustos. Ni con las adaptaciones de sus propias novelas ni con las películas a las que fue convocado como guionista. Es más, nunca fue llamado a colaborar con las adaptaciones de sus novelas ni cuentos. Aunque se piense que su obra fue llevada al cine en pocas oportunidades, no es así. Se hicieron nueve películas basadas en sus novelas. Tres fueron basadas en “Farewell my lovely”, dos en “The high window”, una en “The big sleep”, otra en “The lady in the lake”, otra en “The little sister”, y una más en “The long goodbye”. Cuenten bien, son nueve. Son muy pocas las que tienen algún valor y siendo muy generoso se pueden recuperar “The big sleep”, de Howard Hawks, “Murder my sweet”, de Edward Dmytryk, “Marlowe”, de Paul Bogart y “Adiós muñeca”, de Dick Richards.

En estas películas el personaje de sus siete novelas, Philip Marlowe, fue interpretado por Humphrey Bogart, Dick Powell, James Garner y Robert Mitchum. Lo curioso es que para Chandler el actor ideal para interpretar a Marlowe era Cary Grant. Tenía razón. En lugar de privilegiar la dureza que ya estaba dada por las situaciones y los diálogos, incorporar ciertos rasgos de comedia de ciertas situaciones que los actores elegidos no podían representar. En una novela, una mujer hermosa le dice a Marlowe: “No me gusta que se me insinúen a la mañana”, a lo que Marlowe responde, “¿Y a qué hora le resultaría apropiado?”. Desde ya ese no es un diálogo para Bogart. De las películas citadas hay dos francamente estúpidas. La primera es “La dama del lago” (para citarla en su nombre local). Con el afán de tomar cuestiones de la literatura y llevarlas al cine, para mostrar la primera persona, no se les ocurrió nada mejor que usar la “subjetiva” del personaje para narrar ese punto de vista. La segunda es cómo se logró arruinar la mejor novela de Chandler y una gran novela a secas. Me refiero a “El largo adiós”, citando nuevamente en castellano. A un pícaro se le ocurrió la idea de convertir a
Marlowe en un asesino. Bueno, qué se puede esperar de Robert Altman.

A esta altura de la escritura, me doy cuenta que debo escribir otro texto para dar cuenta de la relación de Chandler con el cine, más allá de las adaptaciones de sus novelas.

Adelantaré el próximo texto con una cita del propio Chandler: 

“No existe nada que se llame el arte del guión y no existirá mientras 
el sistema subsista. La mayor parte de los escritores en Hollywood 
son empleados. Como individuo rehúso a ser empleado, 
pero desde luego sólo soy un individuo”.

Cameo de Raymond Chandler (sentado) en "Double Indemnity", Billy Wilder

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