Un príncipe - Nicolás Zukerfeld




En una breve escena de “Love Streams” (1984), el propio Cassavetes interpreta a Robert Harmon, un tipo al que no le va muy bien en cuestiones del amor. Un día queda en encontrarse con Susan y cuando llega a su casa no está. Sin embargo está su madre, Margaret (interpretada por Margaret Abbott, la madre real de la actriz Diahnne Abbott) a quien decide invitar a bailar y tomar champagne. La gracia del director para ensayar movimientos es despampanante. Margaret, al mismo tiempo, no se queda atrás. Con un tocado de flores, sigue las indicaciones del personaje, actor o director que le dice: “sos muy buena bailarina, ¿caminas?” a lo que ella le responde. “Camino, hago lo que sea…” y se ponen a desfilar por el living mientras suena un solo de saxo. Robert o John la suelta para que haga su “solo”. Es su momento: él la mira y nosotros también. Y aún así me pregunto: ¿cómo es eso posible? Esos pasos de baile derivan en uno de los abrazos más tiernos que haya dado el cine. Están borrachos y felices y, como dice la hermosa canción que suena de fondo (compuesta por Bo Harwood y el director), “casi enamorados”. Ahora Cassavetes propone: “vamos a sentarnos”. Quieren hacerlo y se chocan. Explotan carcajadas. La risa de Cassavetes: casi un tema para un artículo. Un artículo imposible.

En el 2016, en ocasión del 18° BAFICI, Peter Bogdanovich visitó Buenos Aires para presentar algunas de sus películas y dar una serie de charlas. Es sabido el gusto del director por la comedia americana, sobre todo la reescritura que hace "Bringing up, baby" con películas como "What's up, Doc?". Sin embargo, después de esta pequeña anécdota que contó en una de sus charlas, pensé en realidad en Chaplin, y en la idea de Deleuze de que con tan sólo un movimiento (del cuerpo, de la cámara) es capaz de convertir la risa en llanto y viceversa. Tan sólo un movimiento (de cámara, del cuerpo) para que ese día Bogdanovich con una anécdota logre, como Cassavetes, quebrar el cuerpo y la cámara. A mediados de los 80, en medio de una gran depresión por el asesinato de su novia, Dorothy Stratten, Bogdanovich se encierra a escribir un libro sobre lo sucedido. Un día recibe un llamado de Cassavetes pidiéndole ayuda para filmar una escena de su película "Love Streams". Bogdanovich se resiste y Cassavetes insiste lo suficiente para que termine aceptando. Va a las diez de la mañana para filmar una escena muy simple: pone la cámara aquí y allá y la escena está hecha. Vuelve a su casa preguntándose por qué su amigo le había pedido ayuda para filmar algo tan sencillo. Mucho tiempo después lo entendería: Cassavetes lo había ayudado a salir de su depresión. Solamente quería que dejara su casa y fuera a filmar, porque era lo que más le gustaba hacer, a él y a Peter. 

Bogdanovich concluye: "John fue un gran amigo; fue un príncipe", y después hace silencio. Ese espacio que la comedia deja para que la risa ocupe su lugar, ahora había quedado vacante.

Manuscrito de la letra de la canción "Almost in love with you" escrita por Bo Harwood y John Cassavetes

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