EL CINE, LOS INTELECTUALES Y LOS ARTISTAS - RAFAEL FILIPPELLI




En 1982 volví a Argentina después de seis años de exilio. Si bien me sorprendieron muchas cosas, una en particular me desconcertó: la adhesión que intelectuales y artistas tenían por “El padrino”, la película de Francis Ford Coppola. Traté de explicarme ese malentendido y saqué en conclusión que, por un lado, se festejaba un regreso al realismo que (se supone) el cine americano había abandonado y, por el otro, cierta continuación del cine policial.
Ahora bien, al menos yo, tenía más confianza en los intelectuales y los artistas en general. Para decirlo todo y haciendo un salto al vacío, me molesta la pedantería y ligereza  con que algunos intelectuales y artistas se refieren al cine. Tontos hay en todos lados pero con el cine adquiere visos alarmantes.  
Para no comprometer a nadie más, desde ahora hablaré sólo a título personal. Si bien la palabra realismo es un tanto amplia y un tanto imprecisa, para no cometer la pedantería que denuncio en terceros, voy a dar por sentado que se está hablando del realismo literario decimonónico, desde donde Lukács fundamentó su realismo crítico del que, entre paréntesis, en términos de cine, tal vez "Rocco y sus hermanos" sea un paradigma. Por otro lado se hablaba de continuación el cine policial americano. ¿En cuál cine policial estarían pensando? Descuento que no en “Mientras la ciudad duerme” y tantas otras. Si había algo que definía a esas películas era, entre otras cosas, la herencia expresionista que comenzó con “Scarface”, de Hawks, y siguió por lo menos hasta “El ciudadano”. Convertir toda visión del cine en algo sólo formal es un error; olvidar las características de un lenguaje particular, no es un error menor. 
Pregunto, me pregunto: ¿de dónde proviene este malentendido? ¿Consideran que el cine es entretenimiento fundado en su carácter industrial?  Si es así, entonces ¿por qué justifican su adhesión con ejemplos de la cultura alta como Lukács y de un género sobre el cual se han pronunciado casi todos los grandes intelectuales del siglo XX? Ahora bien, así como los  integrantes de este blog (continuación de la Revista de Cine por otros medios) nos tomamos el trabajo de leer a Sarraute, Sartre, Barthes; escuchar a Morton Feldman y Sciarrino, y a ver a los pintores de vanguardia, ¿por qué a los intelectuales no les parece necesario ver y reflexionar acerca de las películas de Godard, Antonioni, Straub, Cassavetes, y no abundo en otros nombres porque no los conocerían?
Además, si esas eran sus preocupaciones estéticas, ¿por qué no tenían la misma adhesión a Scorsese? Si de realismo y policial se trata “Mean Streets” y “Taxi Driver” parecían más pertinentes que “El Padrino”, ¿o no? No sólo realistas y policiales sino, sobre todo, bien filmadas. Alguien habló hace poco de los primeros cuarenta minutos con que comienza la fiesta de “El Padrino”. Tiene razón: son horribles. Una verdadera sucesión de lugares comunes. Si se los compara con la fiesta de “The Deer Hunter”, de Cimino, y la genial parodia (más bien tomadura de pelo) que Huston le dedica en su magnífica “El honor de los Prizzi”, esa escena reivindicada parece de una película mala de la FUC.

En algún momento alguien me habló de la sensibilidad que tenía la escena en que Brando elegía la fruta antes de que lo balearan. Por favor, vuélvanla a ver: la cámara está tan lejos que prácticamente no se nota que es una frutería.

Comentarios

  1. ¿Y en su regreso a la Argentina encontró usted entre las personas que le dedican la vida al cine (cineastas) adhesión a "El padrino"?




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  2. Querido Rafael, creo estás siendo injusto con un soberbio clásico tardío. El mayor realismo al que aspira El Padrino es el realismo político de Vito Corleone. Por lo demás es una ficción abstracta pergeñada por Puzo y Coppola que, al contrario de Scorsese, no se cruzaron con un mafioso en su vida. Creo que El Padrino busca abstraer el realismo amarillista del periodismo de entonces dotando a la mafia norteamericana de facultades aristocráticas que recuerdan más a Maquiavelo que a Tony Montana. No tiene nada que ver con las primeras películas de gangsters de Hawks, Walsh, Leroy o Wellman. De hecho, en el imaginario popular, El Padrino es recordada por sus disputas cortesanas más que por sus escenas de violencia. En ese sentido, y más allá de las diferencias, creo que la película hace un ejercicio de abstracción similar al que vos intentaste en Secuestro y Muerte o Mitre en El Estudiante. Pero El Padrino tiene algo de novelesco y decimonónico en su aspiración a la saga. Para mi alcanza la perfección de puesta en escena en la segunda parte y cae estrepitosamente en la tercera, llena de doblajes y vicios del cine industrial de los noventa, con Al Pacino sobreactuando y haciendo del impávido y bressoniano Vito Corleone de la segunda parte, un viejo salamero.
    Coppola es sin duda el que peor envejeció de esa generación de cineastas americanos. Su decadencia tiene tintes de un romanticismo subielesco.
    El de Scorsese, que por suerte se negó a dirigir El Padrino II, es otro tipo de realismo, más centrado en la experiencia subjetiva de sus protagonistas y su experiencia personal, que si retoma la tradición de ese primer cine de gangsters trágico. De hecho, Mean Street, y más adelante Goodfellas y Casino, surgen como respuesta a la idealización noble de El Padrino. En Mean Street aparece el barro del barrio, digamos. Y la mafia se muestra como es realmente, sin nobleza, con sus pequeñeces y sus miserias, su sálvese quien pueda, desde el punto de vista del soldado raso. Scorsese cuenta que Cassavetes lo citó en su oficina después de ver Boxcar Bertha, que filmó por encargo de Corman, y parece que le dijo algo así como que se deje de joder, que él estaba para otra cosa. Ahí Scorsese se decide a filmar Mean Street. Es una gran película.

    En cuanto al tema central de tu texto, creo fascinación de los intelectuales y los “estudios culturales” por la cultura popular, el cine de los estudios y la series es la fascinación del sacerdote por la interpretación del texto para sus fieles. El cine como excusa para hablar de la sociedad más que su interés estético. Se busca un producto audiovisual de autoconsciencia moderada como superficie. Y el cine moderno más radical y transparente en sus procedimientos carece de interés para cierto sector de la academia porque se piensa a sí mismo. Toda una herejía.




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    1. Querido Hernán: Si bien no comparto varios de los juicios de Rafael sobre El padrino para mí la zona más provocativa -en el sentido de provocar una discusión- es la que refiere al tipo de relación de los intelectuales y artistas con el cine. A varias décadas de distancia del momento que cuenta Rafael, lo viví en los años en que fuí programador y director artístico del Bafici. Me encontraba con alguna escritora prestigiosa o un dramaturgo internacional o un pintor famoso y cuando les decía que daríamos algún gran film de Fassbinder restaurado o films de Pennebaker que nunca se habían visto o la primera retrospectiva de los Straub en Argentina me decían: -No me interesa nada ver eso que no sé qué es. ¿Qué diría un escritor si uno usara esa frase y dijera: -¿A quién le importa Faulkner? Nunca lo leí, ni a Flaubert tampoco. O bien, una dramaturga: -No se quién es Harold Pinter. O un pintor: -En vez de ver lo de Turner preferí ver una serie de Netflix. Ampliando la idea: ¿por qué si dijéramos esas frases nos tratarían de ignorantes al punto de -quizás- dejar de hablarnos y la situación inversa debemos tolerarla o pensar que es normal? Eso me hace pensar en los tiempos iniciales de la Nouvelle Vague, ¡hace 70 años!, en que -creo que fue- Godard decía que había llegado el momento de pensar que Hitchcock era para el cine lo que Dostoievski para la literatura. Parece que no avanzamos demasiado en todo este tiempo.

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    2. Hola Sergio, mucho gusto.
      Años atrás el Bafici era promesa de aventurarse en películas y cineastas desconocidos. En mi caso, llegaba ahí por intriga ante tal o cual título o por las recomendaciones de amigos pertenecientes o no al mundo del cine y en cuyo criterio confiaba y aún confío.
      Así descubrí gemas, porquerías y seguro me perdí de obras maestras y zafé de otras películas malísimas.
      Sin embargo, no veo cual sería el problema con que una persona de un medio determinado (artes visuales, teatro, literatura, cine, etc) no se sienta atraída ante tal o cual pieza perteneciente a otra lengua sin importar lo trascendente que esta obra pueda llegar a ser.
      Desde las artes visuales también se podría esgrimir que el cine no se ocupa en pensar sobre ellas y que ante cada ocasión que esto ocurre el resultado es cuanto menos naif y oportunista (al menos en las pocas películas que ví). Pero tampoco pienso que esto sea tan importante ni mucho menos una responsabilidad del cine.
      Aún así, no creo que sea un imperativo saber de Faulkner, Shvartz, Fripp, Jacoby, Heidegger, De Palma (mi favorito de los ítalo americanos que se nombran acá arriba), Tellería, Jonas, Baldessari, Lawler, Rivas, etc para hablar o escribir cualquier verdura sobre cualquier cosa.
      Y suponiendo que cualquier batata sea pronunciada a propósito de una pieza X, ¿qué se debería hacer ante tal escenario? ¿Ilustrarse? ¿Tomar un curso antes de pedir la palabra?
      ¿Por qué ante ese panorama el cine debería gozar de un estatuo preferencial?
      ¿Cuántas personas continúan burlándose de Duchamp?
      Y supongamos a ese ser que pinta despotricando contra Netflix (en donde está toda la saga de El padrino) por la bajeza de anteponerlo a Turner: asunto suyo.
      Yo disfruto mucho cuando esa no pertenecía y todas esas ignorancias habilitan la posibilidad de otra cosa, errores y batatas incluidas.
      Una jam, esa mermelada de excitación ante lo que se desconoce y malos entendidos siempre es un buen viaje.
      Saludos,
      Bruno

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    3. Estoy con Dubner, mi querido Sergio: esa condición prostibularia del cinematógrafo (esa condición pública, de ser de todos a cambio del dinero de una entrada) genera, paradójicamente, una extraña libertad. En estos tiempos en que un artista es pensado como algo jactancioso, lleno de especulación e ínfulas, no está mal esa porción de plasma circense, de lo cual todo el mundo se siente dueño. ¡ay del arte religioso, sometido al juicio o al arbitrio hermético de connaisseurs ! ¡De cuantas cosas nos salvan las boludeces de esos diletantes, mi querido Sergio!

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    4. Dejemos de jugar a los bien educados. Ambos nos conocemos personalmente.Te voy a ser sincero, me fui anotando ciertas cuestiones mientras leía tu comentario para poder luego poderlas conversar. Por ejemplo por qué llamás lengua a lo que es un lenguaje, dado que descuento que conocés la diferencia. Afirmás que las artes visuales podrían reclamar que el cine no se preocupa de ellas, lo que significaría ignorar el cine de la "Escuela de New York (con Brackage a la cabeza y sobre lo que la Revista de Cine ya se ha pronunciado). También se podría ampliar a otras artes y en ese caso qué haríamos con Godard, Staub, Visconti, Bergman y tantos otros. También me había detenido en una frase:"El resultado me parece naif y oportunista". No entiendo, ni creo que me lo puedas explicar. Luego decís " ...al menos en las pocas películas que vi". Eso sí me gustaría que me lo explicaras.
      Desgraciadamente, luego, y sin ningún afán de ofensa de parte mía, degradás un poco tu vocabulario y decís "para hablar y escribir verdura sobre cualquier cosa.
      Ahí donde decidí que no tenía sentido contestarte. Desde siempre me gustó discutir duro pero también, desde siempre, con educación y sin groserías. Para mí la verdura (incluídas las batatas) se compran a la vuelta de mi casa, o sea, en la verdulería.
      Desde ya que me disculpo pero en esos términos que provienen de guapos de lechería, yo no discuto.
      Te agradezco tu adhesión al blog y a nuestra revista; te agradezco y espero poder seguir haciéndolo por tus colaboraciones con nuestras presentaciones.
      Un abrazo
      Rafael

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    5. Usted se equivoca, Rafael.
      Si bien hemos sido presentados en La Boca, mi comentario estaba dirigido a Sergio Wolf, a quien no conozco personalmente.
      Usted malinterpreta mis palabras y transforma un intercambio en insulto.
      La referencia a la verdura no era para con su escrito sino para con cualquier persona que desea referirse a lo que sea, a sabiendas o no del asunto.
      De ahí en más, todo el resto no vale la pena.
      Saludos,
      Bruno

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    6. No se enoje, Dubner. Usted ya es de la casa: bienvenido. Nuestro intempestivo director nos tiene acostumbrados a este tipo de caricias: véalo como un gesto de amistad.

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    7. Querido Sergio: no quiero sacudir el avispero de liberales en que se ha convertido internet durante la cuarentena hablando de políticas públicas. Pero hace algunos años, en una charla informal, Martín Rejtman me propuso promover un proyecto para incluir al cine como materia obligatoria en la escuela secundaria, como la literatura. El Lazarillo de Tomes junto a la Vía Láctea de Buñuel. Me parece una gran idea. No solo -o no solo- para promover futuros cineastas sino para despertar el amor por la forma, la historia y la geografía viendo cine de todo mundo. Vos tuviste una experiencia así en la ORT.
      De ser así, y para no generalizar, prefiero que a mis hijos la clase sobre El Padrino la dicte alguien como Silvia Schwarzböck, que seguramente conecte al clásico popular con el gangsterismo en Brecht, Godard o Belloccio, antes que alguien como Ángel Faretta, para quien sólo es atendible la estructura alegórica del cine industrial de Hollywood. Se me ocurre que las consecuencias de una dictadura no se solucionan solo con buenas voluntades. ¿Qué sería de la discusión sobre cine en argentina hoy sin el BAFICI? ¿Por qué no estamos discutiendo la puesta en marcha de la CINAIN? ¿Qué sería del cine francés o el portugués sin su cinemateca? La película de Rafael que cita Mariano -que, dicho sea de paso, aparte de ser muy buena, tiene una gran escena de sexo- hace unos años yo la tuve que ver por youtube. La situación no cambió desde entonces. No parece ser un panorama muy alentador para promover la diversidad en el cine.

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    8. ¡Un argumento "ad hominem" a un anónimo es francamente un fenómeno que no creía posible llegar a ver con mis cansados ojos de Lupin!

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    9. Se ve que sus cansados ojos no leen latín, porque hominem es hombre, no nombre... Y lo que cuenta de la fase también es el argumento. Eso que usted rehuye ya sin mucha gracia.

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  3. Estimado F:
    Lo que más desconcierta es que al regresar en
    1982 después de seis años de exilio usted se desconcierte con esta nimiedad, o que prefiera recordarla hoy en lugar de cosas sin duda más interesantes que habrán llamado su atención, incluso sin salir del cine.
    Por otra parte, "intelectuales y artistas" no deja de ser una generalización excesiva para cualquier época, aunque sin duda más hacia el fin de la dictadura.

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    1. Qué fácil resulta decirles a los demás con qué se tienen que desconcertar los que vuelven de un exilio de seis años ¿No? Si bien el aludido Filippelli no necesita mi defensa, me permito decir, estimado Anónimo, que en todo caso, después de esos años de exilio, al volver no filmó un cortometraje sobre un intelectual sorprendido por El Padrino, sino "Hay unos tipos abajo".

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    2. Justamente, Arsénico, me extraña que el director de Hay unos tipos abajo y El ausente haga este comentario. Me extrañaría menos del director de Música nocturna, claro.

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    3. Aún así, camarada anónimo: se erige usted en sommelier de comentarios (comment taire?, diría alguno por allí) como si el camino de una obra debiera adecuarse a las preferencias de sus comentaristas. Antes era diferente ¿Sabe? El público estaba dispuesto a aprender de las obras y su derrotero, no a enseñarles. ¿Qué habrá pasado en el medio?

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    4. Para nada, Arsénico, no me gustan los sommelier de ningún tipo, empezando por los de películas.
      El camino de una obra es azaroso, y desde ya sus comentaristas deberían tener la misma libertad, pero el autor nunca está libre de rendir cuentas. Desde ya, seguramente acuerda más con su presente que con su pasado, pero dado que a efectos identitarios no deja de ser el mismo, la cuestión es válida.

      "Antes era diferente", en serio?Ahora es usted el practicante de la nostalgia. Me gustaría saber en qué tiempo idílico "el público estaba dispuesto a aprender de las obras y su derrotero, no a enseñarles". Pero incluso cuando hubiera existido tal improbable época, tampoco se entiende por qué una obra debe "enseñar" (curioso lapsus viniendo de usted) ni porque no existiría la crítica.
      "¿Qué habrá pasado en el medio?" Tal vez la aparición de la crítica, en vez de la mera opinión de los maestros sobre sí mismos, o los alumnos que los defendían a capa y espada.

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    5. Su respuesta está muy bien construída: aún así, no creo que tenga razón. Mas bien, lo que pasó fueron las redes sociales, ese invento que lleva a cualquier anónimo a sentirse libre de enmendarle la plana desde la sombra a quien sea, sin tener que dar cuentas a nadie para refrendar esa jactancia.

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    6. Ese un argumento ad hominem, estimado.
      Si usted dice que mi argumento está bien construido pero no explica por qué no tendría razón, el que hace uso de la jactancia es usted, "Arsenio Lupin".

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    7. Hola Bruno. Lejos de pretender que nadie haga un curso de nada, ni esté obligado a ver nada para ver o hablar de las obras. Me parece bien que los públicos e intereses se mezclen (y justamente el Bafici siempre propició eso, desde su primera edición). Y sobre el ejemplo de Duchamp, bueno, sí cualquiera puede decir cualquier cosa sobre lo que sea, pero no me refería a ellos, sino a los artistas e intelectuales en relación con otros artistas e intelectuales, con sus pares del cine (para decirlo rápidamente). No es una queja sino una observación, lo que postulaba Rafael o lo que yo mismo escribí más arriba. Recuerdo un penoso candidato a Ministro de Cultura que dijo que los cuadros de Fontana no tenían ningún interés porque eran solamente agujeros y toda la inteligentzia cultural puso el grito en el cielo diciendo que no estaba capacitado para el cargo. Estoy seguro que si el comentario hubiera sido sobre un cineasta no hubiera generado esa unanimidad... Para decirlo de otro modo: dudo que haya muchos artistas e intelectuales argentinos de esa misma inteligentzia cultural que se hayan perdido la muestra de Turner (cerca de 200.000 personas) y me pregunto cuántos de ellos fueron a ver "El libro de imagen" de Godard, pero doy un paso más: me pregunto por qué no les interesa verla o no creen que ese también es un hecho artístico tan ineludible como lo era la muestra de Turner.

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    8. Hola Sergio,
      Clarísimo y muy de acuerdo en varias cosas (Bafici, Duchamp y el penoso candidato).
      En relación a Fontana a mi la reacción me sorprendió favorablemente sobre todo porque no es un artista blockbuster como Warhol o Minujín. Por eso creo que si se pronunciaba así a propósito de Antonioni o Godard también se armaba la misma bronca.
      Acá sí hay una intersección feliz.
      Tu comentario invita a preguntarse (desde la ignorancia más extrema en mi caso): ¿por qué el Ministerio (que feo suena) y el INCAA (también medio fulero) están separados?
      Ya desde el vamos implica un divorcio.
      ¿Será por temas presupuestarios? Realmente no tengo la más mínima idea.
      Ahora el desacuerdo: mi diferencia con tu comentario es que en relación a la muestra de Turner, que como bien decís en términos de taquilla para lo que suele ser una muestra en Buenos Aires resultó un blockbuster, apostaría a que la mayoría de sus visitantes entran en la categoría de "público general", muy lejos de esa inteligentzia especializada que señalás y que también asiste a El libro de la imagen y a la última de Tarantino, a una pequeña galería, a la muestra de Turner o a Documenta (a propósito, tampoco se ven muchos/as cineastas en las muestras más cercanas al formato Libro de la imagen).
      Por eso, y a riesgo de ser reiterativo, insisto con ésta pregunta: ¿de dónde sale la información de que a las personas no cineastas no les interesa ver esa clase de películas y no las consideran fundamentales?
      Saludos,
      Bruno

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    9. Postdata para una corrección: en la última pregunta debería decir "Personas no cineastas de la inteligentzia".

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    10. Una canción que se hizo bastante conocida a principios de este siglo dice "Todos odian a los turistas". Hay algo de eso, a mi entender. Cierto recelo localista, que hace sospechar del entusiasmo del visitante. Al mismo tiempo, existe una suerte de enemigo del hombre de cine que se mantiene a lo largo de los años: la "qualité", ese embeleco en el cual los intelectuales suelen caer desprevenidos, apenas guiados por alguna inercia sofisticada y cómoda. Films que llaman la atención y obtienen el consenso por cierto fuego de artificio que atrae al neofito, pero que no dialoga con las tradiciones a las que la gente de cine ha consagrado su vida: de ahí la antipatía que generan entre nosotros. Beceyro, citando a Filippelli, alguna vez definió esa especie de un modo que considero inmejorable: las "falsas buenas películas". No sé quién ocupa ese lugar ahora. Hasta hace unos años era Haneke; hace muchos más años, Kieslowski; alguna vez, "Las alas del deseo", de Wim Wenders. Coincido con todos: me sorprende que Filippelli incluya a "El padrino" en esa lista, pero tengo por seguro que "Apocalypse Now" pertenece a ella.
      En el viejo oeste, ese personaje (popularizado por la serie de Lucky Luke) se llamaba "tenderfoot": pie tierno. El nuevo, el bisoño, que llega engalanado y resplandeciente a un mundo endogámico de paisanos rudos y malolientes y, ante su estupor, conquista a sus mujeres y se lleva su dinero en la mesa de poker.

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    11. Después del comentario de Lupin, como ha decidido autonominarse mi viejo y querido amigo, no tengo nada más que decir. Es la primera vez que escribo en un blog y me siento un poco abrumado por tener una exposición que nunca tuve y mucho menos deseé. En fin, no me gusta que la gente no use su nombre (sartreano aún). O, si se prefiere, como dijo el autor de "Ser y tiempo", "la existencia es auténtica". Lo que se dice: "quién lo dice?"
      Una vez más, será fácil para los anónimos tomarme el pelo y así de seguido.No me preocupa; nunca me preocupó.
      Llevo sesenta años haciendo cine; jamás participé de ninguna institución cinematografica; me gané modestamente la vida como pizarrero, director de comerciales y profesor en la Fuc. Filmé alrededor de veinte películas y perdí dinero con cada una de ellas. Salvo mis participaciones en el Bafici, (a quien a nadie se le niega un premio), sólo fui invitado a tres festivales más en toda mi vida. Aunque parezca una tontería, lejos de enojarme, me parece lógico. El cine es todo igual. Incluso aquel que se siente distinto y propositivo.
      No sé muy bien porque me he ganado enemigos acérrimos entre gente que piensa y actúa de forma bastante parecida a la mía. Ellos sabrán.
      Alguien dijo (haciendo un punto de diferenciación radical) que le extrañaba que pensara así un director que había filmado "Hay unos tipos abajo" y "El ausente", aunque no el de "Müsica nocturna". Seguramente le resulta más sencillo pensar que soy un ezquisofrénico a que no me parecen tan diferentes. Tal vezpiensen que la hice para ganar plata. Lamento desfraudarlos: no fue así.
      Desde ya que les agradezco a todos los que escribieron comentarios en la dirección que fuera.
      Reitero lo del comienzo. No voy a seguir la discusión. No me parece para nada inútil. Por el contrario, por momentos fascinante. Pero no para mí
      Rafael

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    12. Este anónimo no se escudaria en esa condición para tomarle el pelo, Rafael. Si no hubiera respeto no habría desconcierto.
      Sería fácil y tonto pensar que el cambio se debe a la voluntad de ganar dinero. También lo seria achacarlo a la esquizofrenia. La cuestión es menos simple y más trascendente, y es cuál seria la relación entre esas zonas de su filmografía. Podemos incluir también Secuestro y muerte, desde ya, cuyo tema parece provenir de ese primer periodo, pero cuya sustancia parece responder al segundo (de ahí el mismo actor como protagonista, si me permite esa facilidad). Pero no se preocupe, nadie espera que responda estas cuestiones por aquí. Ojalá lo haga en alguna otra nota, o bien dedique algo de mas aliento para contar todas esas cosas que usted ha visto en esos 60 años de cine.

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  4. Aguante Kieslowski. Saludos.

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