Un coreano en la Biograph - Nicolás Zukerfeld





Recuerdo que una vez a la salida de una película de Hong Sang-soo un amigo crítico de cine me dijo una idea muy linda: que sus películas son como el taller de la pintora de “Right now, wrong then”. Que cada bastidor es una película que el director cuelga de vez en cuando y a la que, en cada nueva entrega, le va agregando capas, texturas o colores. Bueno, quizás esto último lo inventé. Pero lo que sí recuerdo es que me quedé pensando y le dije que había algo de la prueba y el error que me hacía acordar a una práctica más vinculada a los inicios del lenguaje cinematográfico. Más específicamente hablando, a David W. Griffith. 
Después de su trabajo como actor, David Griffith empezó a filmar en 1908 a los treinta y tres años y realizó treinta y seis largometrajes en diecisiete años. Claro, antes realizó más de cuatrocientos cortometrajes. Hong Sang-soo empezó a filmar más o menos a la misma edad, por lo que lleva realizadas veinticuatro películas en veinticuatro años y tan sólo tres o cuatro cortometrajes en la mitad de su filmografía. Es común que el cortometraje sea visto y pensado, más que como un formato, como un lugar que el futuro cineasta encuentra para dar rienda suelta a su libertad creativa, sus berrinches juveniles, y su “irresponsabilidad” estética. Esto implica, por el contrario, que el largometraje sea un lugar más “importante”, “serio” y “comprometido” (vaya uno a saber con qué). Esta idea quizás comience (como muchas cosas) con Griffith, pero también es importante decirlo, él comienza realizando cortometrajes probablemente porque era el formato que más a mano tenía: la imposibilidad técnica lo obligaba a trabajar con películas de más de uno o dos rollos. Es recién en 1914, con “Judith de Bethulia”, que puede comenzar a filmar en un formato de larga duración. Se denomina “período Biograph” hasta ese momento, por su trabajo dentro de la Biograph (que posteriormente preside). Es en esos cortometrajes en los que Griffith prueba el flashback (“The adventures of Dolly”) y lo combina con el primer plano (“After many years”), pero también articula continuidades espaciales o temporales (“The musketeers of Pig Alley”) e implementa el uso del fuera de campo (“An unseen enemy”).
Cuando uno ve las películas de Hong Sang-soo nota que para él no existe una diferencia evidente entre un corto y un largo: todo es experimentación y prueba. El “Período Biograph” de Hong Sang-soo aún no ha terminado y tal vez no termine jamás. Hong no boceta, pinta directamente sobre el lienzo. Pinta planos fijos y largos (“The Day a Pig Fell Into the Well”). Filma en blanco y negro y cita a Duchamp (“The Virgin Stripped Bare by Her Bachelors”). Pero después hace zooms a un rostro para acercarse más a un rostro (“A tale of cinema”), y zooms a rostros sin que haya ningún sentimiento concreto (“Grass”). Y también un zoom a un gusanito después de un largo plano secuencia de dos minutos con múltiples reencuadres (“Like you know it all”). Pinta también estructuras lineales, o paralelas; repeticiones o variaciones (“Oki’s movie”, “HAHAHA”). Narraciones desordenadas como las páginas de una carta desparramada (“Hill of freedom”) o enmarcadas en sueños que, a veces, no tienen ni principio ni fin (“Nobody’s daughter Haewon”). Prueba, claro, personajes simbólicos y de los otros (“Woman on the beach alone”), música diegética y extradiegética, película a color o en blanco y negro. Incluso tiene a su propia Lilian Gish, Kim Min-hee. Pero nunca falla. O sí, pero eso tal vez sea parte de su idea. Porque es imposible encontrar el error en un cineasta que hace de la prueba su principal motor. Cada película de Hong Sang-soo genera el placer de estar no frente a una revelación sino, más bien, a ese cine posible que te enseña que todo es posible. Y allí reside su más importante enseñanza: que el cine tal vez no sea algo tan importante.


Comentarios

  1. Hong Sang-soo es un director que disfruto ver. Al ser tan prolífico no puedo decir que vi todo pero sí las películas de los últimos años.
    Creo que el cierre del texto es una síntesis de sus films: “Cada película de Hong Sang-soo genera el placer de estar no frente a una revelación sino, más bien, a ese cine posible que te enseña que todo es posible. Y allí reside su más importante enseñanza: que el cine tal vez no sea algo tan importante”.
    Algo a destacar en sus películas son los recursos técnicos, por ejemplo, la modalidad imperfecta del traveling a través del objetivo focal variable que en algunos de sus films es casi torpe. Considero que el uso del “zoom” en la filmografía de Hong Sang-soo se merece una tesis de grado. Desde el punto de vista de la temporalidad de la narración, la reiteración es otro aspecto a destacar: regalo las ideas para quien la quiera usar.

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    1. Hola Jésica, ¡gracias por tu comentario! Totalmente de acuerdo. Eso que puede ser académicamente visto como "torpe" en Hong se incorpora a la forma de sus películas. Y con respecto al uso del zoom, sí, Alejo en otro texto de aquí intentó esbozar una teoría al respecto, pero la impunidad de los textos del blog nos restringen el desarrollo. Gracias por compartir tus ideas y esperamos nos sigas leyendo.

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  2. Hola Nico:
    Aquí tres alumnxs tuyos que encontraron en tu texto motivos de debate y discusión. A nosotrxs también nos gusta el cine de Hong pero quizá no compartimos tu entusiasmo (o el de otrxs miembros de la Revista) por el mismo. Intentando encontrar los motivos (que sospechamos similares a nuestra desconfianza por otros cineastas contemporáneos) creemos que una de las claves pasa por algo que vos, sin embargo, destacás:
    "Cuando uno ve las películas de Hong Sang-soo nota que para él no existe una diferencia evidente entre un corto y un largo: todo es experimentación y prueba (...) Pero nunca falla. O sí, pero eso tal vez sea parte de su idea. Porque es imposible encontrar el error en un cineasta que hace de la prueba su principal motor. Cada película de Hong Sang-soo genera el placer de estar no frente a una revelación sino, más bien, a ese cine posible que te enseña que todo es posible."
    Si bien entendemos que lograr una filmografía con tanta gracia como la de Hong a base de la prueba y el error es destacable y obviamente meritorio, nos preguntamos si justamente este procedimiento no termina escondiendo cierta timidez, si hacer de tus películas algo que no puede fallar no se vuelve un gesto que termina anulando el riesgo, si incluso cuando pinta directamente sobre el lienzo, Hong no deja de bocetar (como un jugador que entrena todos los días pero nunca sale a la cancha), si no sería deseable un cine que que no "te enseñe que todo es posible" sino que te convenza que solo sus decisiones lo son (incluso cuando provienen de la más absoluta arbitrariedad; sobretodo si son arbitrarias), un cine que no reniegue de la prueba pero que tampoco se entregue a su comodidad (porque quizás hoy no estaríamos hablando de Griffith si su "Período Biograph" nunca hubiese terminado) , un cine que justamente sí se piense como algo importante.
    Te mandamos un saludo y te agradecemos por ser uno de lxs docentes que instalaron en nosotrxs el gusto por el pensamiento y la discusión sobre el cine.

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    1. Si bien no soy alguien a quien Hong Sang-soo le despierte tanto interes como a otros amigos, me parece un cineasta muy respetable.
      Coincido con los alumnos de Nicolás: el cine no debe enseñar que todo es posible. En primer lugar porque no es cierto y luego porque hay en ese deseo un peligroso ejercicio de la buena conciencia

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    2. Hola,

      En primer lugar, muchísimas gracias por comentar y sobre todo por lo que dicen de mi como docente. Me alegra mucho que este tipo de textos llamen a la reflexión y que la compartan.

      Lo único que podría decir, por ahora, es que sencillamente no estamos de acuerdo. Claro que, objetivamente, Hong Sang-soo puede tener películas "malas", pero lo que me interesa es que un cineasta así, viene a poner esta categoría en cuestión. Por supuesto que decir "todo es prueba" es una hipótesis de lectura (al fin y al cabo son películas que se estrenaron en festivales, comercialmente, tienen afiches...), yo lo planteo, además, como una metáfora.

      Y esto es porque me gustan los cineastas que afirman, seguros, su posición, pero también me gustan (a veces incluso más) aquellos que utilizan el cine como terreno de prueba y error (tal vez por eso disfruto tanto de la clase "B" como de los dibujos que aparecen en las calesitas de la ciudad). Es decir, cineastas que tantean y bocetan infinitamente. Yo creo que justamente allí, hay algo de belleza. Pero sobre todo hay una pedagogía audiovisual que me interesa particularmente: la de aprender del error haciendo películas. Ahí, para mi, estaría Hong Sang-Soo: un cieneasta de la prueba, del estudio, del juego y la variación.

      Creo que hay ciertas formas del "riesgo" que están un poco sobrevaloradas. Mi texto intenta valorar, las pequeñas formas del riesgo: para algunos estas formas serán tan temerosas que no valen la pena, pero a mi me interesan. Por eso, más que un jugador que entrena todo el tiempo sin salir a la cancha, es un jugador que sale sin entrenar a ver qué pasa y, en cada nuevo partido, prueba tácticas distintas porque partido y entrenamiento son lo mismo. Hay ahí un espíritu anárquico que me resulta, "in a silent way", muy estimulante.

      Un abrazo grande

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