UN FALTANTE - BRUNO DUBNER




Cada fotograma es único como lo que tiene enfrente. Ese enfrente puede ser un tren, una cámara, un árbol, un arma, una mujer o un fotograma.


Una vez que la luz cinceló el material sensible modificándolo para siempre ya no hay retorno al pasado. 
Familiar del mármol y no del lienzo; la plata es tridimensional y como tal requiere de un espacio demarcado.

Ese terreno está delimitado por la zona transparente entre un negativo y otro que espera por la tijera de la edición. Una acción que remite al acto también físico del collage.

Para que exista cine analógico algo no filmado tiene que estar ahí entre la sucesión de fotografías.

Así, ese cine es constituido por lo no filmado en lo filmado. 

Estrictamente es verdad 48 veces por segundo.

“Letter to Jane” es una foto filmada. Pero si esta película fuese únicamente la proyección de una fotografía no filmada (como una diapositiva en una antigua reunión familiar) entonces no sería cine porque carecería de los espacios en blanco.

En el régimen digital no hay espacios en blanco. Únicamente existe un principio activo que interpreta frecuencias de onda en lugar de ser modificado por ellas. 

El sensor opera como el ojo. Es siempre el mismo dispositivo ante un enfrente nunca igual. 

No hay modificación, transparencia ni faltante. Solo uniformidad y planicie. 

Acomodaticio, su sensibilidad puede ser ajustada según la ocasión. Es decir: es insensible a la luz.

Quizás entre pixel y pixel exista un recoveco, pero a diferencia del mundo argéntico el ojo digital permanece impávido ante cada acontecimiento del mundo.


Comentarios

Entradas populares