Escribir y filmar - Rafael Filippelli

Cuenta la leyenda, o sea los Cahiers, que los que sacaban la revista, o algunos de ellos, decían que escribir ya era una manera de hacer cine. Efectivamente, decían cualquier cosa y algunos de nosotros nos lo creíamos. Pues bien, es falso: no es lo mismo.

Salvo algunas pocas excepciones, la mayoría de los que sacamos la "Revista de Cine" primero hicimos películas y luego escribimos acerca de ellas; no de las nuestras sino de las de otros. Algún apresurado podría decir, “o sea que hicieron lo contrario de lo que hicieron los críticos franceses, luego devenidos en directores”. No, no somos tan pedantes. Más bien tiene que ver con momentos distintos del devenir del cine, no sólo como espectáculo, sino como la posibilidad de formar parte del mundo del arte. No ocurre muy a menudo pero por qué no ser optimistas al respecto.   

Si se miran las películas argentinas actuales, las películas “Gaumont”, mejor no seguir avanzando en la cuestión. Sin embargo, el “deseo” del cine que atravesó el siglo pasado nos permite pensar que sigue presente una idea: filmar no es lo mismo que escribir. Más allá de Astruc y la "Caméra-stylo" y cuestiones similares. Filmar es mirar. Mirar previamente, durante el rodaje y también después. Dicho de otro modo, mirar antes lo que se va a filmar después y lo que terceros van a mirar (o ver) más tarde. 

Ahora bien, si filmar es mirar antes, escribir es mirar después, o sea ver. El cineasta no ve: mira. El que escribe sobre las películas ve.

Cuando un director llega al lugar de filmación está solo. Según el presupuesto de la película, lo acompaña una multitud a quien la película no le interesa nada o unos pocos que quieren ayudarlo. En cualquier caso está solo. En el primero, aunque reconozco que debe de tener sus dificultades, no me interesan porque, al menos a mí, no me sirven para pensar al cine como ruptura permanente. En el otro caso, no le cabe otro remedio: mirar. Me causa gracia cuando se habla de lo real. Lo único real es llegar al decorado y decidir dónde se pone la cámara, a qué altura, con qué lente y así de seguido. 

Cuando se escribe sobre películas ya no se mira: se vio. Ahí se trazan estrategias. Todas válidas. Finalmente terminan hablando más de quien las escribe que del objeto sobre el cual escriben. Tal vez, sólo tal vez, en ese momento se aproximen las ideas o posiciones de los que filman y además escriben sobre lo que filman otros.

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