La aventura - Bruno Dubner





Las aplicaciones de geo-localización no impiden la aventura, sino que delimitan aún más el mapa para quienes entre si comparten un mismo código. 

Y la aventura implica un mapa sin código. El imprevisto en lo previamente demarcado. No se puede estar lo suficientemente listo para la aventura. Ningún preparativo estará jamás a la altura del rapto de lo inesperado. 

La aventura no puede transcurrir en territorio extranjero sino en el habitual, en lo continuamente transitado. Si tiene lugar en una tierra extraña o nueva entonces no es aventura, es el día a día de la zona, su devenir cotidiano. El viaje no es garantía de aventura sino la forma que adopta la burocracia del movimiento entre fronteras.

Lo habitual no es enemigo de la aventura, es su condición. Su némesis es el exotismo y su exaltación.

La aventura no requiere de efectos de ningún tipo. Ni humo, ni distorsiones ópticas, ni arneses, ni nada a lo que habitualmente se recurre para presentarla pero con lo que únicamente se consigue remarcar su ausencia. Cuando se la piensa lejana estará en otro lado. 
A la aventura no se la invoca. 

La aventura es lo que ya está ahí desadornado y que se presenta tal cual es, absolutamente disponible en su misterio desvestido. Por eso es un acercamiento a las cosas y no un escape de ellas.

El espacio ideal para la aventura es la ciudad moderna. Ella nace al mismo tiempo que la fotografía y la figura del detective (¿acaso Lemmy Caution no fotografía tanto o más que lo que dispara?) No es casual la imagen del investigador que se mueve por una ciudad anónima, siempre atento al menor indicio de algo oculto que por lo general estuvo ahí siempre, a la vista de todos. 

En “Le pont du Nord” dos mujeres se mueven por París y sus alrededores mientras suenan dos composiciones de Piazzolla, quien también se extiende a través de Grace Jones en “Frantic”, otra aventura en París pero con propósitos distintos a la película de Rivette.

Bulle y Pascale Ogier se adentran (se aventuran) en zonas más o menos reconocibles de la ciudad, algunas casi de postal (un personaje en un momento agarra una) y la ciudad se muestra tal cual es, de manera cristalina. Tal calle es tal calle, tal monumento es tal monumento y así. No hay ocultamiento ni disfraz; y sí los hay, siempre es en función de que la ciudad vista de si misma, como territorio para una batalla silenciosa pero de proporciones épicas que pasará desapercibida para sus habitantes.

En la amalgama de lo más lejano y abstracto con lo que está a la vuelta de la esquina la ciudad deviene nítida e insondable; habitáculo ideal para el mito.

¿Es “Alphaville” la película que inaugura este proceder?



Comentarios

  1. Querido Dubner:
    A tu última pregunta, yo creo que la respuesta es "no" (si a eso vamos, las ciudades concretas y a la vez fantasmáticas de Antonioni le ganan la carrera a Alphaville por unos años. Los mástiles nocturnos y zumbadores frente a cuya música se estremece Mónica Vitti, https://www.youtube.com/watch?v=QM6sTmc5PHg, son del 62, anteriores en tres años a las pérfidas conjuras de Alpha 60.

    Si yo tuviera que arriesgar, me inclinaría por el comienzo y el final de "La sangre de las bestias", de Franju- es decir, la parte anterior y posterior a los mataderos (ya imagino a Prividera opinando que "no es casual que elija esas partes y no las de la sangre", etc...). En efecto, hay allí una extraña versión de la ciudad recién liberada (Prividera escribiría "¿Liberada?") y un intento nuevo de reinventar las posibilidades del surrealismo, al que Cocteau había encerrado en un espeso laberinto interior. De hecho, los planos finales parecen sugerir un saludo póstumo al Gran Mártir surrealista: Jean Vigo. Quién sabe lo que hubiera sido el cinematógrafo -y tu ciudad fantasmática, querido Bruno- si Vigo no hubiese muerto!

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    1. Hola Arsenio,
      Muchas gracias por tu respuesta a una pregunta formulada desde la más genuina ignorancia: no vi la de Franju ni nada de Vigo. Me las debo.
      Sí me fascina la relación entre ciudad y surrealismo (especialmente las perspectivas de Atget y las fotos de Boiffard para “Nadja”, ambas esenciales en mi vida).
      En el corazón del surrealismo (tanto en el de Breton como en el de Bataille), y supongo que también en el de las películas que nombrás y que no ví, subyace la aseveración de que aquello entendido como real no es más que otra representación, y en ambos casos, quien así lo entienda no tendrá más que entregarse al enigma.
      Para continuar más allá de mi pregunta y de tu generosa respuesta, me cuesta pensar a "Alphaville", "Invación" o "Le pont du Nord" como películas de filiación surrealista, simplemente porque en ellas lo real no importa.
      Intuyo que estas películas transitan un camino de entrega al enigma con la naturalidad de quien respira.
      No habría tanto representación como presentación.
      Son películas que están desnudas.
      Quiero aclarar que esta última parte de la contestación es un salto al vacío porque desconozco la tradición del surrealismo en el cine así como tantas tantas otras.
      Abrazo grande!
      Bruno

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    2. Querido Dubner,
      la relación entre "Invasión" y el surrealismo (que inesperadamente traés a colación- aunque más no sea para negarla) me resulta particularmente cercana: efectivamente, se trata de dos cosas que integran mi pequeño santuario familiar, y que de algún modo misterioso trato de integrar de alguna manera. Si bien fueron concebidas como piezas antagónicas (Borges y el surrealismo fueron enemigos notorios y conspicuos), ahora que no está Bretón y no puede excomulgarnos tenemos la secreta libertad de imaginar y explorar esos cruces heréticos. En el caso de Alphaville el asunto es más ligero: al menos está Eluard y la catedral del dolor sobreimpresos sobre el rostro de Anna Karina, y ya no hay forma de sacarlos de allí.

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  2. Más que el elegir esas partes y no las de la sangre (que efectivamente ponen la palabra "liberada" entre signos de interrogación), lo que no deja de asombrarme es que alguien piense que esa visión de la ciudad “moderna” (que ya era la de Baudelaire) empiece en los 60 o 50 del siglo pasado… Pero bueno, siempre se puede descubrir que hubo cine fuera de Francia, e incluso antes del sonoro (les recomiendo pegarle una mirada a The Crowd, por solo poner el primer ejemplo que se viene a la cabeza).

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    1. Hola NP,
      El artículo postula que la ciudad moderna (Haussmann desde 1853) nace a la par de la fotografía (1821 o 1839, según tomes como referencia a Niépce o a Daguerre) y a la figura del detective (Dupin en 1841).
      Eso sí, el detective francés es producto de la pluma de un estadounidense.
      Saludos,
      Bruno

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    2. PD: estadounidense traducido al francés justamente por Baudelaire.

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  3. NP, si seguimos con el "quién llegó antes", a mi los primeros que se me pasan por la cabeza son Whitman cuyas hojas de hierba son anteriores a las flores del mal (ni que hablar del Spleen). Pero si vamos al cine, Paul Strand con su Manhatta y Flaherty con su Twenty Four Dollar Island son todos anteriores a The Crowd (muy buena, dicho sea de paso) que no hubiese existido sin "Manhattan transfer" (https://www.youtube.com/watch?v=yxIo6nrgVa4)

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    1. Pensé que hablábamos de cine, muchachos. Diría "mala mia", si no fuera todo el tiempo corren el arco... Si quieren hablar de ciudades escritas nos podemos remintar tranquilamente a Troya.

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    2. Perdón muchacho, no sabía que encontrabas tanta especificidad en el arte cinematográfico. Sin embargo, vos empezaste con Baudelaire que algunos dicen que inventó la fotografía, pero hasta lo que sé, escribió poemas en prosa. Y perdón por desviarte del cine pero: ¿escuchaste el tema que te pasé?

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    3. No me interesa la especificidad del arte cinematográfico, pero de eso habla está nota, que termina preguntando por una película de inicios de los 60... Pero bueno, si quieren hablar de literatura sigan nomás. También podemos hablar de musica o de trigonometria. Pero yo me bajo en esta.

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    4. ¿Y cuál sería el problema en preguntarme por una película de 1965?
      Para la próxima, por favor, recordame preguntarte que relaciones estoy autorizado a establecer entre distintas cosas; sean éstas ciudades, fotografías, libros, canciones o películas.

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    5. Yo no tengo ningun problema Dubner. Pero así funciona el modus operandi acá: te corren el arco, te persiguen con la vaina, y al final se hacen los ofendidos. Por eso me bajo y los dejo que sigan con lo suyo.

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    6. ¿Vos leíste las respuestas a tus preguntas?
      Cada vez que se te contesta con un dato concreto aducís una excusa X (siempre vaga) y te mandás a mudar.

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    7. Seguís con lo mismo, Dubner... Ni datos concretos ni mudanza. Diálogo de sordos en el mejor de los casos. Pero no creo. Me parece que solo les gusta hablar entre ustedes. Sigan nomás.

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