Las discusiones- Rafael Filippelli
Si bien no tengo que dar cuenta de mis fobias, una de ellas es participar de discusiones donde la gente oculta su nombre y en las que –lejos de discutir para mejorarse- lo hace para ratificar un prejuicio. Me adelanto a poner en claro que, en mi opinión, eso sucede por ambas partes. Los que todo el tiempo critican (con todo su derecho) lo que publicamos en nuestra revista y nuestro blog, y los que incurriendo en un error similar discutimos un poco atolondradamente.
Ahora bien, después de leer treinta y cinco comentarios al texto de Rodrigo Moreno acerca de “Silvia Prieto” quede anonadado. Como no pienso cambiar mi decisión de no dialogar en esos términos que incitan a la vulgaridad, tal vez, sólo tal vez, esto que estoy escribiendo se convierta en un texto para nuestro blog.
Debo reconocer que en esos treinta y cinco comentarios trajeron un buena noticia. Ya sabemos los nombres de las personas (Prividera, Llinás) que simulaban ser otros.
No conozco personalmente a Prividera ni tampoco lo considero, para nada, mi enemigo. De la misma manera que, en su momento, tampoco consideré a Solanas mi enemigo: simplemente teníamos diferencias de como resolver las cuestiones epocales que unían vanguardia estética y revolución política. Se pueden revisar las posiciones de hace casi cincuenta años y que cada quien saque sus propias conclusiones.
Coincido con Prividera “Esa dicotomía absurda entre forma y contenido…" Hay películas mejores o peores , hablen más o menos de su tiempo”. Yo iría más lejos, incluso. La considero una discusión ante diluviana.
Sin embargo, en otro momento de su largo y, por momentos fecundo razonamiento, Prividera dice “que si bien los miembros de la revista pueden disentir (cosa que hay que ver si se produce)”. Sí, amigo Prividera, se produce y lo voy a poner por escrito. A mí no me gusta “Silvia Prieto” ni ninguna película de Rejtman. Es más, podría avanzar en la cuestión pero no lo voy a hacer porque no quisiera excederme. Y, de todos modos, termino pegado a la opinión de la mayoría. A eso los giles lo llamamos amplitud, democracia y otras vulgaridades más a las que no me molesta quedar adherido.
Como el amigo Prividera es un provocador (no menos de lo que lo es Llinás), hay un momento en que al definirnos, entre otras cosas, “denuncia a una figura tutelar”. Se me ocurren tres posibilidades. Dios (lo escribo con mayúsculas sólo porque comienza una oración), La Fuc (lo que me parecería un exceso del razonamiento de mala fe) o yo mismo.
Amigo Prividera, si se refiere a mí, por favor dígalo. Como decía un famoso filosofo alemán que usted conoce igual que yo: “La existencia es auténtica”. Por lo mismo: no se esconda: dígalo. ¿Su objetivo es discutir conmigo? Hágalo. Aquí estoy. Es más, le doy un tema. Creo que usted no entendió muy bien el pensamiento de David Viñas. ¿Quiere que tengamos de manera pública esa discusión? Le propongo que lo hagamos a partir de los textos de Lukacs, Galvano della Volpe, Sartre y los que usted quiera añadir.
Dejémonos de joder, si quiere confrontar, hagámoslo en serio.
Estimado Filippelli:
ResponderBorrarCoincido con usted en lamentar las discusiones donde la gente entra "para ratificar un prejuicio". Por eso, entre otras cosas, no tengo twitter. Pero cuando el espacio lo permite (en el doble sentido de habilitar la largueza y estar abierto a los intercambios) trato de no rehuirle a la discusión, sobre todo donde parece haber ánimo de darla.
Yo también quede agotado después de los treinta y cinco comentarios al texto de Rodrigo Moreno acerca de “Silvia Prieto”, porque de algún modo nunca pasamos del primero, y todo lo demás fue ratificar el prejuicio...
Así que le agradezco que recoja el guante. No es esta cuestión de amigos y enemigos, como por suerte siempre entendió el amigo/enemigo LIinas.
Yo no "simuló" ser otro (como Fantomas, reconocible maestro del disfraz), ni tampoco creo ser un "provocador" (palabra que hoy puede corresponder a cualquiera, sea artista de vanguardia o guapo impenitente). Solo intento hacer honor a las viejas polemicas intelectuales.
Y si hay una que me interesa porque atañe a quienes siguen pensando el cine desde la tradición de la modernidad, son esas "diferencias sobre como resolver las cuestiones epocales que unían vanguardia estética y revolución política". Pero yo no diría que son epocales ni atañen a una "revolución" que no se produjo, sino que aún nos interrogan.
Por eso es necesario revisar "las posiciones de hace casi cincuenta años" hasta aquí, y más que dejar que luego los más jóvenes (pero ya no tanto) saquemos nuestras propias conclusiones, volver sobre ellas.
También para ver más clara esa discusión interna que no se advierte si no se la explícita. Por eso es necesario "avanzar en la cuestión", incluso a riesgo de "excederse", más que terminar "pegado a la opinión de la mayoría", como si fuera una cuestión de "democracia". Se puede ser amplio y no dejar de discutir ideas, porque es en esa querella en la que se muestran las cartas del juego que jugamos.
Yo no “denuncio" la figura tutelar, en principio porque no es delito ni afrenta, y ante todo porque es evidente. Me refería a usted, ciertamente, al menos para el grupo nucleado en Revista de cine, pero sin duda extensible a sus largos años en la Fuc (que no no es tutelar sino una institucion más del campo cinematográfico, como el bafici: los menciono porque usted mismo lo hacía en un reportaje de El Amante como ejes centrales de la "renovación').
En fin: me propone usted discutir, pero no sobre estos temas sobre los que podría ilustrarme (como Alberto Fischerman, al que no tuve la suerte de conocer) sino sobre "el pensamiento de David Viñas", que yo no entendería bien (lo que no es nada difícil, porque no entiendo bien tantas cosas...). Lo que no entiendo, aquí y ahora, es porque deberiamos remitirnos a Lukacs, della Volpe y Sartre. No porque no comprenda su influencia en Viñas, sino en cuanto a que eso nos llevaría demasiado lejos. De hecho creo que hasta los mismos textos de Viñas nos llevarían demasiado lejos... Porque mi pregunta inicial (y mis comentarios) en la nota de Moreno no remitía a un autor sino a una problemática general que ese texto dejaba en evidencia.
ResponderBorrarPor eso (y con esto no intento resumir los 35 comentarios) recordaba, ante la mención del resquemor ante los "diarios", como Fischerman metía uno completo en "La pieza de Franz"... Lo que me interesaba pensar es que pasó entre ese film y "Secuestro y muerte", digamos, para enlazar esos extremos separados por cuatro décadas. O volver sobre "la noche de las cámaras despiertas"... Todas cosas sobre las que usted puede hablar con más conocimiento que yo, y que seguramente serían más interesantes (sobre todo para los lectores) que ponernos a discutir sobre Viñas y literatura/sociedad... Por mencionar un libro de Beatriz Sarlo que espero sus coequipers hayan leído. Digo, insisto: me parece más productivo ese diálogo de vivos. Yo lo escucharía con gusto, seguramente aprendiendo muchas de esas cosas que no entiendo y quisiera entender, sobre la transición de los 60 hasta el presente.
Saludos.
(Otra pregunta que queda flotando es por qué deberíamos hablar de Viñas -o Sarlo- en una discusión sobre cine, y por qué varios de los mejores textos sobre cine argentino los debemos a egresados de Letras como Bernini, Aguilar y Oubiña... Podemos suponer que ahí hay una tradición crítica más venerable y precisa, pero no es suficiente para explicar esa falencia. Que por otro lado nadie parece extrañar, como si fuera impensable considerar la existencia de un texto organizador --hasta para la discusión- como "Literatura argentina y política")
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