Respuesta a Nicolás Prividera - Rafael Filippelli



He hecho lo imposible para que no nos tratemos de usted. Usted se opuso, dado que tendrá sus motivos.

Como usted no es nuevo en estas lides y mucho menos sonso, debe imaginar que cuando mandó “Mi conclusión”, fui consultado por el editor del blog acerca de qué hacer. Mi primera respuesta fue que, no solo por educación sino porque su texto era muy bueno, usted tenía que tener la última palabra. Sin embargo, lo pensé mejor, y le voy a pedir al editor del blog que me permita estas pocas palabras para agradecerle a usted su elegancia, su respeto y su conocimiento acerca de lo que discute, aunque no lleguemos a ningún acuerdo.

No voy a hablar de Solanas, ni de Kuhn (a quien acaba de incorporar), ni de Fischerman, ni de los otros “sesentistas”.  Sólo me referiré a usted. Estamos separados por un abismo. Sin ningún ánimo de darnos pista, del mismo modo en que lo estaban J-PS y Merleau- Ponty. De lo que no cabe la menor duda es que así como ellos de manera brillante y nosotros un tanto más ordinariamente hablamos de lo mismo. Le soy sincero, así nos pasáramos una vida discutiendo nunca nos pondríamos de acuerdo.

No podría terminar este diálogo sin felicitarlo. Alguien dijo hace muchos años que  José Luis Romero era el último de los mohicanos. En su medida, usted tiene algo de eso.

Le reitero el placer de haberlo conocido y haber tenido el privilegio de discutir con usted.


Rafael 



Comentarios

  1. Estimado Rafael:

    No lo tuteo por respeto, y para no dejar de recordar la distancia que nos separa. No en la discusión, sino la generacional. Le hablo a usted cómo le hablaría a todos esos padres. Pero si alguna vez nos cruzamos en la vida real con gusto lo trataré de igual a igual.

    El agradecido soy yo, una vez más, por la deferencia de haberme permitido estas "discusiones" públicas. Creo que lo importante no es llegar a ningún acuerdo sino darlas. No solo entre nosotros, desde ya. En ese sentido, espero que de algún modo sirvan de ejemplo de que esa discusión abierta es posible, y que otros la continúen.

    Porque de ningún modo quisiera ser "el último de los mohicanos". Ni tampoco que lo sea usted.

    Así que espero, más allá del privilegio personal que esta conversación significa, y que espero no deje de continuar como sea posible, que vengan otros tras nosotros, y vayan incluso más lejos. Es lo que uno siempre debiera esperar de aquellos destinados a sucedernos.

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