El último paraíso - Rodrigo Moreno



Extraños en el paraíso se había hecho siete años antes de que se estrenara en Buenos Aires. 

Por aquella época, en que no abundaban demasiadas películas en el mundo,  era frecuente que para apoyar el estreno de un cineasta ignoto se estrenaran sus películas anteriores. "Bajo el peso de la ley", estoy hablando de Jim Jarmusch, se estrenó en esta ciudad en 1991 y como había funcionado relativamente bien, un distribuidor decidió traer su película anterior. 

Por ese entonces la Universidad del Cine acababa de abrir y yo cursaba ahí el primer año. Un profesor de técnicas audiovisuales, un videoartista llamado Carlos Trilnick, recientemente fallecido, nos la recomendó enfáticamente: tienen que ir a ver "Stranger than paradise". En la puerta del aula, a la salida de una de sus clases, me lo volvió a decir ya como un encargo que entendí personal. No dejes de verla, empieza en un rato en el Lorca. Yo tenía 18 años, nunca antes me habían recomendado una película de esa manera y al rato ya estaba sentado en la sala 1, ese cajón rectangular y desangelado que en la mitad de la platea tiene (¿tenía?) una extraña hondonada. Por aquel entonces el Lorca olía a pis de gato. Éramos muy pocos, tres o cuatro espectadores. La experiencia fue intensa. Inmediatamente entendí que allí había una película generacional. No porque me identificara con John Lurie sino porque había una forma de lo joven que me interpelaba: el bajo presupuesto, el blanco y negro, Esther, la prima húngara, caminando con sobretodo por la calle con un grabador a cuestas mientras sonaba Screamin' Jay Hawkins, el propio Lurie, cigarrillo en la boca, sombrerito. Nadie hablaba, no hacía falta, los personajes habitaban el plano sin hablar, el absurdo y la marginalidad un poco canchera de los personajes, el desencuentro, el extraño triangulo amoroso, las all star apoyadas sobre el parabrisas, los contrapicados filmados con gran angular, el paisaje post industrial siempre desolador, los cortes a negro para separar un plano de otro. Todo eso conformaba un lenguaje joven. Que no provenía de la televisión y sus vicios cliperos sino de una traducción de cierta especificidad propia del cine, el plano secuencia y el paso del tiempo. Pero ninguno de estos elementos llegaba a conformar una forma estrictamente novedosa. El cine moderno edificado treinta años antes latía en Extraños en el paraíso como en ninguna otra película de la época, pero también podían leerse allí otras reminiscencias relacionadas al Wenders de los 70, a la tradición underground neoyorquina e incluso, ya fuera del cine, al movimiento beatnik. Todo esto junto comprendía una energía nueva, una fuerza poderosa asociada a la juventud que marcó un rumbo, que incluso parió a toda una generación de cineastas. 

Me gustaría saber por qué esa fuerza está hoy ausente, ¿por qué el siglo XXI todavía no ha dado al gran autor de lo joven? O será que en este siglo se terminó de dinamitar todo discurso posible y ya no existe siquiera la chance de marcar un rumbo?



Comentarios

  1. Buenas tardes Rodrigo. Veo en tu última pregunta cierto menosprecio hacia la generación que es hija de este siglo XXI y de la cual yo formo parte. Pareciera que para su generación (y para varios miembros de esta revista), nosotrxs somos una secta de progresistas feministas bisexuales dispuestos a escrachar y cancelar a todo vejete que no se adapte a las normas de nuestra nueva moral. Tal vez es por eso que surgen ciertos comentarios (que seria interesante que discutamos, si te parece, de donde es que salen) tales como que en este siglo "se termino de dinamitar todo discurso posible".
    Desde mi joven punto de vista veo en mi generación una gran variedad de discursos que buscan marcar un rumbo y que, incluso, se diferencian bastante entre si. No son solo discursos progresistas (feministas, ambientalistas, veganos, queers, etc.) sino que también aparecen varios discursos de una ¿nueva? derecha que tiene a muchxs jóvenes proclamando la libertad de mercado, luchando por el éxodo del comunismo en la Argentina y el mundo y despotricando contra el nuevo régimen de corrección política que al parecer prima en el país y los oprime muchísimo (no solo en esto parecen coincidir con muchos de ustedes. A ellos tampoco les cae muy bien el INCAA y reclaman su cierre ya que lo consideran un gasto innecesario del Estado). Supongo que algo los debes conocer ya que sos usuario de Twitter y ellos encontraron allí su gran campo de batalla.

    Pero bueno, no vine aquí a dar cátedra sobre como yo veo a mis coetáneos sino a hablar de cine, que es un poco los que nos interesa. En estos últimos años se han hecho algunas películas que intentan dar cuenta de esta nueva ola de adolescentes que nacieron junto a las redes sociales y los teléfonos táctiles. Entre ellas pienso a, por ejemplo, "Lady Bird" de Greta Gerwig, "Booksmart" de Olivia Wilde, "21 Jump Street" de Phil Lord y Christopher Miller y "Poryecto X" de Nima Nourizadeh. En ellas aparecen ciertos temas que siento vienen de la mano con esta nueva camada de jóvenes, como la constante utilización de las redes sociales, el quiebre del tabú de la masturbación femenina y el uso de drogas de diseño desde temprana edad, entre otras. Sin embargo debo coincidir con vos que esta pequeña lista de películas (que tal vez algún otro lector joven me ayude a completar) no tiene ni esa fuerza que le otorgas a las películas de Jarmusch ni mucho menos fundan a un "gran autor de lo joven" (si es que la idea de autor aún es posible o incluso sirva para algo). Para mi el problema principal de estas películas (mas allá de la estructura industrial/comercial que todas comparten) es que sus realizadores superan por lo menos por una década a esos jóvenes que intentan retratar. Por ende lo que terminan saliendo son films que cuentan a estos jóvenes pero no dan cuenta de ellxs, ni de su manera de mirar al mundo, ni de la fuerza transformadora que a mi parecer, toda juventud lleva consigo.
    Por eso lo que yo te pediría en tu reclamo es un poco de paciencia. Pronto una generación que creció en un contexto bastante distinto a la de sus predecesoras comenzará a realizar películas. Tal vez en ellas aparezca algo de esa fuerza que estas pidiendo. Lo que no significa necesariamente que esas películas te vayan a gustar...

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  2. Estimadx Gutierrez,
    disculpe usted que me sume a esta conversación a la que nadie me invitó, pero como algunas de sus observaciones están dirigidas específicamente a Moreno y otras a nuestra revista en general, acaso no sea impertinente meter la nariz en la discusión. En principio, déjeme decirle que esa percepción de nuestra revista como un grupo de gente que opina que (cito, como Prividera)
    nosotrxs somos una secta de progresistas feministas bisexuales dispuestos a escrachar y cancelar a todo vejete que no se adapte a las normas de nuestra nueva moral…
    me resulta preocupante. No creo que ninguno establezca ese tipo de reduccionismo y varios de nosotros compartimos alguna o varias de las caracterísitcas de las cuales usted nos hace censores (es cierto que, hasta donde sé, no hay veganos entre nosotros). Que nuestra revista proyecte algo que se parezca al desprecio o al desdén es algo que no deja de sorprenderme: todos los que participamos de ella somos docentes, y solemos tener una experiencia extremadamente fértil con las generaciones cuya formación nos es encomendada. En otras palabras, el diálogo con las generaciones que vienen detrás de nosotros es algo que, a mi entender, resulta una parte imprescindible denuestro programa como Revista, y basta comprobar el público de cada una de nuestras presentaciones para entender que no se nutre de viejos intelectuales satisfechos sino de personas que, como usted dice de sí mismx, han nacido en este siglo nuevo.
    Acaso lo que sí pueda señalarse es cierto estilo a la hora de ejecutar ese diálogo: aquí sí hay una diferencia. Muchos de nosotros, (como docentes, como formadores, como personas que participan en determinados debates) optamos por un estilo “duro”: esto es, no rehuimos la confrontación y aún la provocación, y la preferimos a los mecanismos discursivos de indignación y cancelación (a la que usted mismx hace referencia) forjados entre otras cosas por el hábito a los epigramas inmediatos de las redes sociales. Hay allí una violencia, en la cual muchos de nosotros nos hemos formado, que no pocas veces resulta extraña o desagradable a quienes no han compartido, por cuestiones generacionales, la misma formación. Pero una cosa es eso y otra anular a los interlocutores jóvenes, o reducirlos a una marea unánime de moralistas.
    Mi sensación es que es son reacciones como la suya (en la que me apresuro a señalar un atisbo de orgullo herido, que saludo y felicito) las que busca Moreno con párrafos como el que ha suscitado su comentario.

    Lo que sí, mi queridx Gutierrez, la sibilina referencia a los “jóvenes con discurso de derecha que tienen mucho que ver con muchos de nosotros” no, che… Derecha las bolas… No nos venga a nosotros con esa, Gutiérrez.

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    1. Estimado Lupin,

      No hace falta que se disculpe por entrometerse, de hecho se agradece su respuesta. Conozco la tradición docente de la revista y me parece bien que les alegre que varios de sus alumnxs se hagan ver en las distintas presentaciones que realizan, pero se me hace imposible no pensar en un reduccionismo generacional cuando se denuncia que los jóvenes de hoy han perdido la fuerza (que aparentemente ustedes conservaban, lo que me hace preguntarme: ¿De qué fuerza estará hablando?) y que se ha terminado de dinamitar todo discurso posible. Comprenderás que después de eso tu sorpresa ante el "desprecio o el desdén" que observo al final de la nota me resulta un poco extraña.

      Entiendo también que le haya molestado mi comparación de algunos discursos que he leído en la revista con los de los jóvenes libertarios. Si bien se trataba de una provocación (verá que no hace falta nacer en el Siglo XX para optar por "estilos duros") y creo suponer que en realidad la cosa no es tan así, ha sido tan grande el grado de evasión a cualquier tipo de comentario sobre la coyuntura política de los últimos años por parte de la revista (más allá de las recientes notas suscitadas por la insistencia del crítico que mencionaste) que no tendría que resultares tan extraño si algún desprevenido empieza a desconfiar de los intachables valores de izquierda que parecen esconderse detrás de tu último comentario.

      Con esto no quiero decirles que deben referirse a ciertos temas ni nada que se le parezca, al fin y al cabo ustedes se han ganado este espacio y (no hace falta que lo diga) pueden hacer con el lo que se les canta. Pero si me gustaría que comprendan, tal vez, que su largo silencio ha dado lugar a la duda.

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    2. Estimadx,
      Señala usted la falta de referencias a la coyuntura política reciente por parte de la Revista. Sin duda, al mencionar la Revista en forma global, se ha cuidado usted de hacer mención particular de quienes escriben en ella dado que muchos de nosotros (yo mismo) no hemos dejado de expresarnos nunca a ese respecto, sobre todo en las cuestiones que tienen que ver con esa parte de la coyuntura que la política cinematográfica. Es notorio que muchos de nosotros tenemos posiciones políticas fuertes que jamás hemos ocultado. Es cierto, sin embargo, que esas posiciones no se ponen de manifiesto cuando escribimos en la Revista. Claramente, ninguno de nosotros piensa el espacio de Revista de Cine en tal sentido, sino –precisamente- como una revista de cine, en la cual darnos la libertad de pensar y escribir sobre cosas que están lejos –precisamente, una vez más- de los avatares coyunturales. Algunos ejemplos sencillos: Beatriz Sarlo (cuya voluntad de manifestarse sobre cuestiones coyunturales está fuera de toda discusión) no escribe aquí más que de cuestiones de cine. Jorge Altamira (a quien entrevistamos en el número que está pronto a aparecer y que nadie vacilaría en considerar “un político”) habló en dicha entrevista sobre temas que, si bien tocan las cuestiones políticas, giran esencialmente en torno del cine. Eso podría extenderse a la mayoría de quienes han escrito en la Revista. Sin embargo, si me permite citarlx una vez más, señala usted que esa actitud ha despertado (en usted y acaso en algunxs mas) “dudas”. ¿No encuentra en ese celo excesivo un leve tufillo policíaco, como si un grupo de gente debiera hacer una u otra cosa para demostrar ante un riguroso (y anónimo) grupo de fiscalxs que no es una banda secreta contrabandeando ideas de derecha?

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    3. Lupin,

      Entiendo lo que me dice respecto a la política editorial de la revista. La pregunta que deja entrever es si es que se puede pensar el cine sin tener en cuenta esos "avatares coyunturales". Pero me voy a atajar confesándole que realmente no está dentro de mis intereses discutir estas cosas con usted(es). Su postura al respecto parece bastante clara y a lo sumo tendré que reservarme esas dudas para conmigo.
      Sobre su acusación de cierta actitud policíaca detrás de estos humildes arrebatos, tendré que admitir (mal que me pese) que me hacen sentido y por tanto desistiré de increparlo por esos lados.

      Lo que si me sigue interesando (y es el motivo por el cual respondí a la nota en primera instancia) es que me respondan de donde es que sale esa idea de que lxs jóvenes hemos perdido la fuerza y ya no existen posibilidades discursivas que marquen un rumbo. Pero bueno, al no ser usted el autor de esas líneas, no creo que pueda decirme mucho al respecto.

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    4. No afloje Gutiérrez...

      Sarlo escribía en una revista llamada Los libros, y no hablaba solo de literatura. En Tiempo de cine no hablaban solo de cine, etc.

      Y es penoso tratar de policías a los que nos cuestionan, sobre todo si son jóvenes... Deberíamos darles las gracias, en vez de ponernos la gorra nosotros.

      Pero no aflojen... Que ya hay varias generaciones perdidas.

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    5. Más allá del apoyo del galante Fantomas, debo decirle, Gutierrez, que de ningún modo pienso que las generaciones más jóvenes carezcan de fuerza y entusiasmo. Sería disparatado pensar eso, viendo -sobre todo- la energía con que esta generación por la que usted habla ha decidido definirse a sí misma- definición en la cual las tendencias de expiación de la culpa que usted enumeró en su primer comentario sólo alcanzan un rasgo paródico. Mas bien, me pregunto (pero aquí ya hay gustos personales) si la fuerza y la construcción de un discurso (que usted parece considerar como instancias anexas) van necesariamente unidas: yo no creo en eso, y pienso que una generación se define esencialmente desde la acción.
      Lo que sí creo es que la nueva generación tiene problemas diferentes a los que tuvimos nosotros. Si debiera arriesgar algunos, diría: quien haya nacido en este siglo (digamos, en 2001) ha atravesado la mayor parte de su vida en medio de lo que los medios de publicidad informativa han bautizado como "la grieta". ¿Cómo comprender que esa restrictiva y pendular visión de las cosas no es otra cosa que una mera construcción ficcional (con sus consecuentes postulados de bien y mal, de justicia e injusticia) y establecer visiones que superen o refuten ese escenario impuesto que ofrece - a entender de quien esto escribe- escasísimas posibilidades a la aventura espiritual y poética?

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    6. Arsenio,
      La "grieta" es un nombre mediático, pero si fuera mera construcción ficcional el cine la habría exprimido... Y no. Cómo es habitual, los nuevos cineastas argentinos no se animan. Incluso podrían hacerlo para "establecer visiones que superen o refuten ese escenario", pero no.
      Y eso no le abrió al cine argentino "posibilidades a la aventura". Es un cine hace rato desventurado y ñoño, por no decir otra cosa.

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    7. Y si: la fuerza y la construcción de un discurso van unidas. Como demuestra la querida Nouvelle Vague.
      El NCA lo tuvo, pero dado por la crítica aliada como usted dice. Y ahora esta revista propone saldar esa deuda... No se contradigan.

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  3. Cruz no consiente/ que se cometa el delito/ de matar ansí un valiente
    Gutierrez quiere discutir, y deja un comentario en este blog, en el que no sobran. Merece algo mejor que la habitual respuesta ofendida (esa que solemos achacarle a su generación y por lo visto está en la nuestra y quizá en todas…)

    El punto adonde va es esa firmación de Moreno de que "se termino de dinamitar todo discurso posible". Ella señala que discursos hay, incluso conservadores… Y el de la revista, o este de Moreno, lo es.

    Lo digo sin sentir el aprecio que Gutierrez siente por "Lady Bird", "Booksmart", etc, donde no veo nada nuevo. Justamente porque no alcanza con encarnar lo joven para ser algo nuevo.

    No lo era Jarmush (como la misma nota admite), y no lo es Greta Gerwig...

    El error es creer en que debemos esperar a un "gran autor de lo joven", como si la historia del cine no fuera mas bien la de grandes jóvenes autores… Ese equivoco solo puede acompañar a quienes siguen añorando la Nouvelle Vague y su "eterna" juventud.

    Por eso mismo, tener paciencia no es suficiente. Hay que tener ambición. Y tener ambición es no es querer ser el gran autor de lo joven… Porque para “marcar un rumbo” hace falta mucho más. Vean donde terminó Jarmush sino.

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    1. Fantomas,
      ataje su mansplaining, que Gutierrez no necesita su padrinazgo. No creo haberme mostrado ofendido: sólo interesado por las cosas que plantea la visión centennial de Gutierrez, y alarmado por el hecho de que esa visión pudiera ser expulsada por nuestros modales de modernos carrozas. Por otra parte, mal puedo responderle a Gutierrez otra cosa dado que a) No ví los films que recomienda b) no comparto las preocupaciones de Moreno con respecto al futuro del cine, que veo- más allá de algunas modas que no celebro- bastante venturoso.

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    2. Está claro que Gutiérrez sabe defenderse solx, pero como le contestó usted y no el autor de la nota, quería emparejar la pelea.
      Porque, además, su respuesta no iba al fondo del asunto, que es el planteado por Gutierrez y al que yo solo sumo mi propio punto de vista, ya que no soy
      centennial pero tampoco un "moderno carroza" o cabeza.

      Si usted no tenía algo que decir sobre ese punto no se hubiera metido a defender el honor de la revista o hablar del veganismo.
      Si no vió los films que recomienda podria antes bien haber saciado su curiosidad viendo al menos alguno, como para poder hablar con más propiedad.
      Pero tampoco es necesario verlo todo, ni compartir las preocupaciones de Moreno respecto al futuro. Por el contrario, si lo ve venturoso podría celebrarlo con Gutiérrez.

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    3. Ahora, además de "mansplainer", celestinx...

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    4. Estimado Fantomas,

      Me gustaría aclarar algo que parece he expresado mal. Yo no recomiendo ni aprecio las películas que he mencionado (de hecho, salvo "21 Jump Street" que al menos tiene el decoro de hacerme reír, me parecen todas bastante malas). Pero si veo algo nuevo en ellas. Siento que estas (sobre todo "Lady bird" y "Booksmart") son la respuesta que encontró la máquina de producción Hollywoodense para cortar tickets de jóvenes que ya no pueden disfrutar sin cuestionarse la típica historia adolescente del mariscal de campo que se levanta a la porrista mas anoréxica del colegio.

      En eso coincido un poco con la nota de Moreno. Evidentemente hay un sentido de rebeldía que suele acompañar a la idea de juventud (que el hoy ve ausente y yo no) que no puede quedarse en la adaptación que realicen un par de oficinistas angelinos, por más "cool" que sea la directora que pongan a la cabeza del film. Las cosas no son tan simples. Por eso pedía paciencia (pensaba que la ambición que reclamas se daba por sentado), me parece que esa fuerza de la que hablan es inherente a la juventud y se va a ver una vez que estxs hagan sus propias películas.

      Respecto a la espera de un "gran autor de lo joven" del S.XXI, no me creo tan importante como para hablar por una generación, pero me arriesgo a decir que es una idea que no le debe estar quitando el sueño a ningunx pibx de mi edad.

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    5. Estimadx G

      No entiendo entonces que ve estimable en esas películas, visto que sólo demostrarían la astucia de Hollywood para seguir cortando tickets en tiempos de corrección política.

      Por otra parte, no veo que Moreno rescate un "sentido de rebeldía que suele acompañar a la idea de juventud", ni dónde estaría hoy si así fuera (por más "cool" que sea, como usted dice).

      La ambición no se da por sentado, ni es inherente a la juventud: como usted ya dijo, hoy hay mucha juventud derechizada, que puede atestiguarlo.

      Hace rato que cada generación va haciendo sus propias películas... Y acá estamos. Hablando de Y Jarmush como si fuera Godard.

      El problema de cualquier generación no es tener un "gran autor de lo joven" sino tener un gran autor. Aunque eso tampoco alcance. Nosotros tenemos a Martel y acá estamos.

      Así que no se duerman esperando, que los milagros no se hacen solos. Tampoco se dejen correr por los que ven algo "policiaco" en cualquier cuestionamiento. Recuerden que ellos también fueron jóvenes. Y que ustedes tampoco lo serán para siempre.

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  4. Pienso que hay algo de obsoleto en la pregunta final del texto. Me parece que el proceso expansivo y globalizante que fue desarrollándose desde que Jarmusch empezó a hacer películas hasta la llegada del Siglo XXI fue erosionando el tipo de figuras monolíticas y canonizantes en el mundo del cine, como lo puede ser la de un supuesto "gran autor de lo joven". No me parece que hayan habido muchas de estas figuras, jóvenes o no, capaces de "marcar un rumbo", en el cine de los últimos veinte años. Basta ver el programa de cualquier festival internacional para reconocer una amplia heterogeneidad de nacionalidades y de discursos al alcance de la mano, que vuelven dificultosos, si no imposibles, el tipo de movimientos tectónicos que aquellos "grandes" cineastas llevaban a cabo el siglo pasado.
    E incluso, aunque pudiera haber un supuesto "gran autor de lo joven", ¿es eso lo que queremos? Argentina tuvo su gran autor de lo joven durante los noventa (gran autor de lo joven que mucho tenía de Jarmusch), y ya estamos todos al tanto del estancamiento que vino detrás suyo... Prefiero quedarme con cineastas jóvenes que no "marquen el rumbo" pero que puedan desmarcarse ingeniosamente de sus contemporáneos y abrir el juego, sin necesariamente querer ser la vanguardia de una generación. Como puede ser el amigo de la casa Matías Piñeiro. O César González, que tiene la misma edad que Jarmusch al momento de filmar Stranger Than Paradise y cinco grandes películas bajo el brazo, y de las que pocos se sientan a hablar. No me parece que la fuerza esté ausente.

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    1. Los que se
      "desmarcan ingeniosamente de sus contemporáneos" son más bien los que suelen quedar fuera del juego...
      El juego es de los que apuestan al cálculo. De ahí acaso la falta de ambición. Pero hay que hacerse cargo.

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    2. A La Règle Du Jeu juegan pocos, y a esos se los valora más. Pero no me parece que esté únicamente ahí esa fuerza, o en los términos en los que lo plantea Moreno.

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    3. Hola Gutiérrez, cómo estás? En primer lugar, te agradezco tus ganas de dialogar a partir de mi texto y pido mis debidas disculpas por la demora en responderte. Gracias a Arsenio, me enteré -hace unas horas apenas- de la serie de comentarios que dispararon, sobretodo, la pregunta que formulo al final del texto (una semana de mucho trabajo me tuvo alejado del blog). Lo aclaro sobretodo por algún comentarista inquieto por mi ausencia. Creo, Gutiérrez,que te aventurás en caracterizar a los miembros de esta revista cuando afirmás que pensamos que los jóvenes son una secta de feministas progres dispuesta a escrachar y cancelar vejetes. Lamento desilusionarte, no es lo que pienso y, doy fe, tampoco es lo que piensan mis colegas de esta revista. Mucho menos me identifico con esa derecha de twitter a la que hacés mención. Es más, me repugna.
      La pregunta final del texto es un lamento (esta es mi parte de viejo) pero también es una provocación (aquí, mi rebeldía). El cine de Jarmusch logró condensar la actitud punk de fines de los 70 bajo una forma cinematográfica realizada en los márgenes que tuvo impacto sobre toda una generación (una generación amplia en términos etarios). Eso expresó en su momento una energía joven identificada en lo que entonces se conocía como contracultura. Ese pulso para mí está hoy, ausente. Justamente tus ejemplos son prueba de ello (Mid 90´s, de Jonah Hill podría agregarse también a tu lista, también el cine de Marion Hanson Love) pero todos esos films parecieran comulgar con un sistema que los protege, los catapulta y al que no querrían interpelar demasiado. En ese sentido, me gustaría conocer películas jóvenes que tuvieran una fuerza contracultural lo suficientemente potente como para agitar el panorama cinematográfico y marcar rumbos posibles. Seguiré tu consejo y me armaré de paciencia. Es lo que espero de cada proyecto nuevo con el que me encuentro cada vez que trabajo como profesor o tutor. Por eso mismo creo pertinente generar esa pregunta. Conservador sería no hacérsela.

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    4. Rodrigo,

      Agradezco tu respuesta. Al ver la pregunta final del texto temí que usted(es) también hayan caído en esa visión reduccionista que pesa sobre mi generación y que francamente me tiene un poco harta. Al parecer no es el caso y lo celebro.

      También supuse que detrás de esa pregunta había (si se me permite) cierta nostalgia punk. Lo cierto es que mientras a vos y a tus compañerxs les tocó vivir ese "último paraíso" contracultural, a nosotrxs nos tocó recibir la resaca del mismo. Ustedes los vieron jóvenes, rebeldes y agitadores. A nosotrxs nos toco ver como fueron captados por el mercado, o como fueron adoptando discursos de derecha, o como les llovían denuncias de abuso sexual, entre otras cosas. Jarmusch es solo uno de los tantos ejemplos.

      Por eso no es de extrañar que esa energía o pulso (ahora si creo entender de que hablas) está ausente. De hecho creo que eso va a seguir así y me parece bien. Tengo grupos de amigxs bastante variados, que pertenecen a distintas subculturas y creo que ni yo ni ellxs hemos conocido a ningún pibx de 20 años que hoy en día se considere punk.

      No por eso hay que conformarse con esa lista de películas que di y a la que vos acertadamente le agregas un par más. De nuevo aclaro que yo ahí veo más la manera en la que los estudios entienden a mi generación (ahí vuelve a pesar esa visión reduccionista de la que venía hablando) que algo con lo que realmente me identifico. Pero no por eso hay que volver a esos valores contraculturales que, lamento decirte, hoy parecen haber quedado un poco viejos.

      Que películas saldrán de todo esto, la verdad no lo sé. Pero mirando mi entorno veo que lxs pibxs siguen teniendo energía, pulso, voluntad y ambición. Entiendo igual que estas cualidades difieren bastante de las que a vos te enamoraron cuando eras joven.

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    5. Perdón que me meta antes de que responda Rodrigo, pero quiero aclarar, como parte de esa generación, que los 90 mo fueron ningún “último paraíso contracultural”, y ya a nosotrxs nos tocó “recibir la resaca del mismo”... Tal vez todas las generaciones que siguyieron a las de los 60 y 70 puedan decir lo mismo, pero en Argentina ese último momento idílico fueron los 80, paradójicamente tan odiados en el cine.

      En fin: que “jóvenes, rebeldes y agitadores” hubo pocos siempre, y ya en los 90 quedaban pocos… Pero “valores contraculturales” hay siempre, por definición. El tema es cuales serían hoy. También donde estarían la “energía, pulso, voluntad y ambición” que decís ves en tu generación, Gutierrez. Porque todas las generaciones creen que las tienen, eh… El tema es empezar a demostrarlo con las obras, como dice Arsenio.

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  5. Me parece conveniente aclarar que 21Jump Street está basada en una serie de los años 90, mi generación, es la serie que lanzó a la fama a Johnny Depp, y que ya entonces era vieja. Es decir, no era Fama, era una serie sobre policías haciéndose pasar por adolescentes.

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    1. Keraudy, gracias por la aclaración. Si la trama de la película viene o no de una serie de los 90 me parece que importa poco igual. Basta con ver media hora de película para entender por qué la pongo en esa lista.

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    2. No veo novedades generacionales, y mucho menos en la dirección inmanente que señala el texto. La nueva comedia americana, en su condición gregaria y en constante diálogo con la televisión americana, festejada desde hace 10, 15, años por El Amante, es una renovación, notable, pero de la industria, con sus formas de producción, equipos de guionistas, chequeos con la audiencia, etc. Se está discutiendo otro cosa, creo. Un cine moderno y joven. En todo caso, podríamos destacar The Pleasure of Being Robbed, Heaven Knows What, Good Time, de los hermanos Sadfie, como herederos de la formas de producción de John Cassavetes y Maurice Pialat. La confusión entre peras y manzanas es propia de los film studies, otro mal de este tiempo, y el relativismo cultural de la cinefilia. Si algo me gusta de las nuevas generaciones es ya no creen en la cultura fan.

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  6. Me permito preguntarle al lx venerable Gutiérrez:
    ¿podría usted ser más explícitx en la forma en que los mentados valores "contraculturales" han quedado "viejos"? ¿Esa vejez responde a sus consignas, a su esquema de valores, o simplemente a la edad de aquellos que aún insisten en postularlos como posibilidad?
    En otro sentido, el postulado de la "cultura" como extensión de un amplio proyecto político con apetencias de poder ¿Sería, por opsosición, "joven"?

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    1. Lupin,

      Le contesto. Hace un par de comentarios atrás usted me decía que los problemas de mi generación difieren de los que tenían ustedes anteriormente. ¿No le parece, entonces, que los problemas nuevos exigen nuevas respuestas (discursivas, políticas, culturales)? Pero esta respuesta que le doy me parece demasiado sencilla. Permítame entonces ensayar otra.

      Por más que no sea unx estudiosx sobre el tema (y temo que estás palabras que vienen a continuación no van a hacer más que demostrarlo) esos valores contraculturales de los que hablan se vienen gestando desde la década del 70 o incluso antes. Hoy, medio siglo después, me pregunto si esa cultura contra la que esa fuerza venía a chocar se encuentra incluso mínimamente desmejorada. Para mi no, en absoluto. Las publicidades, el contenido basura, la predominancia de los productos culturales que cuentan con el apoyo de grandes capitales de inversión (generalmente sinónimos de lo mencionado anteriormente), la discriminación, el racismo, el sexismo, la desigualdad, la xenofobia, la burocracia, el sistema educativo/financiero/habitacional/etc. en fin, toda la escoria con la que lidiamos día a día sigue tan o mas vigente que antes.

      Tanto usted como cualquier otro puede seguir postulando como posibilidad los valores que más le gusten. De hecho a mi también me gusta Siouxsie, el LSD y tirarle piedras a las ventanas de las catedrales. Pero usted antes reclamaba acción y yo entonces le pregunto: ¿En 50 años, todo ese discurso que al parecer si podía “marcar un rumbo”, qué ha logrado? ¿Acaso esas postulaciones se tradujeron, efectivamente, en acciones que ayudaron a cambiar en algo esa cultura dominante a la que se oponían? ¿Le parece que este mundo en el cual vivimos es tanto mejor que el de hace medio siglo atrás?

      Creo que discutir a partir de las romantizaciones de aquellas "épocas idílicas" que mencionaba Fantomas hoy no tiene ningún sentido. Me gustaría que lxs jóvenes de hoy y aquellxs que vendrán (que obviamente considero un pilar fundamental para un cambio cultural de cualquier tipo) no pierdan el tiempo mirando nostálgicamente al pasado y se preocupen por buscar acciones que lleven a la real transformación de los problemas que tenemos en el presente. Pero bueno, entiendo que la cosa no es tan fácil como decirlo. Yo, por mi parte, debo decir (no sin dolor) que no tengo ni la menor idea de cómo toda esta mierda podría cambiar. Sino, se imaginarán, no estaría aquí charlando con ustedes.

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    2. Bueno, Gutierrez, mi primer comenteario fue para defenderlx y ahora me toca correrlx un poco por izquierda, si me permite, y si no tiene nada mejor que hacer que conversar con estos ya viejos jóvenes…
      Porque una cosa es no romantizar “aquellas épocas idílicas" y otra creer que no dejaron huella. Dec hecho usted se la pasa hablando de ellas en vez de decir en que anda su generación, y en donde podemos cifrar las esperanzas en que sea mejor (o tenga mas suerte) que las anteriores.
      Ni siquiera hablo de “acciones que lleven a la real transformación” (porque mi pesimismo cree que con resistir la derechizaciñon global ya poemos dar un par de generaciones nuevas por ganadas). Hablo de esas películas que citaba usted como ejemplo, porque si ven algo emancipador en ellas temo que las cosas no estén ni siquiera para tener esperanzas en lo antedicho…
      Acaso no esté tan mal contentarse con seguir tirándole piedras a las ventanas de las catedrales. Y sobre todo tener cuidado de no construir las propias, con esas mismas piedras.

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    3. Bueno, Gutiérrez. Hay que decir que tiene bastante razón. Con todo, yo jamás me referí a nuestra generación como instancia a imitar, o como algo que siento superior a ninguna otra. Tampoco, para serle sincero, creo que las generaciones tengan la obligación de cambiar el mundo, pero eso es algo que uno opina cuando ha empezado a dejar el centro de la escena. En el momento, uno ve esas grandes revoluciones como algo palpitante, y la sensación de poder cambiarlo todo resulta fervientemente inmediata. Tampoco es que con el tiempo se vaya del todo, sino que uno -por decirlo de algún modo- se especializa.
      Pero déjeme decirle que sí, que creo que el mundo de hoy es mejor que el de hace cincuenta años. Si nos atenemos a la Argentina, déjeme decirle que creo en la democracia, y en que su establecimiento definitivo como forma de gobierno me parece un progreso ineludible. El desplazamiento de las Fuerzas Armadas del centro de la escena política, el fin de las proscripciones políticas (la más importante, la que sufriera durante décadas el peronismo), la reducción casi a cero de la censura, la condena social a las formas emergentes de violencia estatal o para estatal -estoy citando apenas algunos ejemplos- me resultan progresos nítidos. También la permanente vitalidad de los debates en torno de los derechos de las minorías o de los grupos sociales tradicionalmente sojuzgados: en ese sentido, mi viejx, déjeme decirle que la Gran Revolución Feminista que vivimos en nuestros días me llena de alborozo, además de ponerme una y otra vez contra las cuerdas. Ninguna de esas buenas noticias, sin embargo, pueden evitar que uno vea problemas crecientes allí donde antes no los había (precisamente, quizás, por esas nuevas situaciones emergentes). Y es allí donde yo reivindico algo de la contra cultura en lugar de la ilusión institucional que tantos de los miembros de su generación parecen defender. Y eso que yo reivindico es la desconfianza. Mi generación nació a la conciencia política con una democracia que (en la cabeza de todos) pendía de un hilo. Todos sabíamos la cantidad de asesinatos y traiciones que nos habían llevado ahí, y era difícil pensar en una sociedad que pudiera dividirse en "buenos" y "malos". Más bien la división era entre sobrevivientes y víctimas (también estaban, claro, los asesinos). Pero identificar a un partido político con la lucha contra los "poderes fácticos" era, en mi recuerdo, una ingenuidad que nadie se permitía. La decepción setentista había barrido con ello, y la fe estribaba más en la autogestión de espacios voluntariamente marginales que en una visión holística que imaginara la resolución de los problemas sociales en forma vertical a partir de una mayor o menor toma del poder. El Estado (que hoy se reivindica como una vaca sagrada, y ante el cual el menor matiz hace sonar alarmas libertarias como si uno fuera un viejo agente a las ordenes de Henry Kissinger) era visto -todavía- como algo peligroso, que había participado históricamente más en el aniquilamiento de las disidencias que en su sostén. Mucha agua ha pasado, y no es demasiado sensato comparar una época con la otra, pero acaso no esté de mas -sacando del juego el reproche que pareció molestarle, con justicia- poner de manifiesto desde qué lugar ambos grupos (los nuevos jóvenes y los nuevos viejos) podemos iniciar un diálogo.

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    4. El Unknown suena inequívocamente como el bien known como Arsenio, así que me permito terciar, visto que esto ya parece el inicio de una hermosa amistad con Gutierrez:
      Indentificar a un partido político con la lucha contra los "poderes fácticos" era una ingenuidad justamente porque salíamos de la dictadura. Y porque el alfonsinismo ni lo intentó (salvo en el juicio a las juntas, que después quiso borrar con el codo). Hablemos de movimientos mas que de partidos: el menemismo nos dejó la “autogestión de espacios voluntariamente marginales”, que solo podían contentar a los ídem. Por suerte volvió el Estado, justamente tras una crisis que casi destruyó la nación. Si, “había participado históricamente más en el aniquilamiento de las disidencias que en su sostén”, pero aquí estamos, en un mundo derechizado que no necesita del Estado para aniquilar disidencias, pero si lo necesita para enfrentar al neoliberalismo en vez de ser su agente.
      En fin: que no hay solo nuevos jóvenes y nuevos viejos… También sigue habiendo jóvenes viejos y viejos que no dejan sus ideales atrás como si fueran recuerdos del pasado.

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  7. Gutiérrez, para nada pretendo que los jóvenes vuelvan a los valores contraculturales del pasado. Pensar eso sería tan conservador como torpe y no creo que el artículo en cuestión ande reclamando eso a las futuras generaciones de cineastas. Por el contrario, deseo que encuentren sus propias formas y probablemente tengas razón en subrayar la cuestión feminista, ambientalista o queer, por citar algunos de los lineamientos que planteás, como punto de partida para pensar, cuestionar y finalmente revolucionar el estado de las cosas. Ojalá toda esa fuerza pueda expresarse en una forma cinematográfica. El punto, como bien señalaron los otros miembros del consejo de ancianos, es que la contracultura no es un hecho epocal de los años 80 -coincido ahí con Fantomas en su diferenciación entre 80´s y 90´s- sino más bien una consecuencia inevitable de todas las épocas y tal vez no esté tan mal pensarse desde allí al momento de hacer películas si lo que se pretende es que "toda esta mierda pueda cambiar". El punto de todo y no querría perderlo, tenía que ver con esta idea de "lo joven" (¡qué viejo que suena!) no sólo como forma de expresión nueva y propia sino como una suerte de efecto arrollador (debería decir contagioso también pero en estos tiempos es una palabra que viene perdiendo su encanto).

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  8. Bueno, puede que este sea mi último comentario en el blog (al menos por un rato) así que intentaré contestarles a todxs y ser breve al mismo tiempo:

    Fantomas: Si, puede que haya exagerado un poco en mi comentario anterior. Está claro que esos movimientos a los que nos referimos dejaron huella. Pero no me parece algo con lo que conformarse (como ninguna de las otras cosas con las que decís conformarte). Sobre todo porque no considero suficiente quedarse con la actitud de tirarle piedras a las catedrales y si considero necesario (para lograr esa transformación que un poco desestimas) construir algo con ellas (aunque, claro está, no precisamente catedrales). Siguiendo el sentido constructivo (y para responder a tu demanda) creo que mi generación es, mayormente, la que se cargó a los hombros la militancia para que la ESI se cumpla en todas las escuelas del país (reclamo al que le falta mucho para ser satisfecho pero al que le veo, también, un futuro venturoso), lo que llevaría a un cambio estructural del sistema educativo que permitiría que las próximas generaciones de argentinxs puedan disfrutar de su sexualidad más libre y sabiamente. Eso, me parece, no es poco.

    Lupin: No se de donde saca que los miembros de mi generación defienden la ilusión institucional. Yo le puedo confesar que le guardo al Estado la misma desconfianza que usted manifiesta. Pero entiendo, también, que la situación que estamos atravesando como país hace que el mismo se convierta, si se quiere, en un mal necesario. Con respecto a su ponencia sobre la mejora de estos últimos 50 años, le diré que finalmente coincido, aunque solo en parte. Por ejemplo: yo no estoy tan conforme con el éxito de eso que llama la nueva Revolución Feminista y menos si sirve solo para poner a un par de machistas contra las cuerdas. Si bien me alegra que muchxs (me incluyo) hemos revisado ciertas actitudes pacatas, ser mujer en Argentina sigue representando un peligro y la justicia continua actuando ciegamente ante ello. Coincido también con el final de tu comentario. Me parece que este tipo de discusiones efectivamente ayuda a pensarse de cara a un futuro y me alegra que puedan tener un lugar en este espacio.

    Rodrigo: La verdad que no tengo mucho más para decir. Entiendo todo lo que se me dice en tu último comentario y parece que finalmente hemos llegado a un acuerdo.

    Agradezco nuevamente sus respuestas y ahora si, me despido.

    Los saluda atentamente,

    Gx2000

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