El director de cine II - Rafael Filippelli




Desde ya que los directores no están obligados a saber realizar todas la tareas que resuelven los especialistas, sean estos fotógrafos, sonidistas y así de seguido. Lo que sí deben saber es si lo que están haciendo está bien hecho en función de lo que indicó previamente. 

Un montajista dice: “esta escena hay que trabajarla para que quede claro...” Y uno debe decirle: “A ver, mostrame con cuales planos de los que tenemos se puede hacer eso”. Inevitablemente, las películas terminan siendo el resultado de lo que se filmó. El resto no existe salvo en la buena conciencia del que se equivocó. Recuerdo que una oportunidad, mientras comenzábamos a poner un plano, el asistente nos preguntó al fotógrafo y a mí por dónde iba a salir de campo el personaje. Yo no supe que contestarle pero el fotógrafo sí: “No sabemos por dónde va a entrar, mirá si vamos a saber por dónde va a salir”. Una vez más: si mirabas el guión ahí lo decía. El tema es que recurrir al guión sólo debe hacerse cuando lo que tenés enfrente no te sugiere nada. Ponés el probable encuadre y resulta que algo imprevisto (un reflejo que proviene vaya uno a saber de donde) hace que todo cambie, al menos parcialmente. Entonces el personaje ya no puede entrar a campo por el lugar previsto, la cámara debe alejarse un poco, el microfonista debe cambiar de lugar y así de seguido. Y lo peor: mientras se va pensando en todo esto, el reflejo que originó toda esta movida ya no está. Con todo esto quiero decir, una vez más, que el momento más creativo y sobre todo decisivo para un director es el rodaje. Y, al menos para mí, el más apasionante.

Reitero. No se trata de filmar contra el guión y montar contra lo filmado, como sugería Truffaut. Eso es una tontería. Para eso no haría falta escribir el guión. El problema es que en el guión hay palabras que intentan dar cuenta de algo que luego serán planos y sonidos. No se trata de adaptar, ni de pasar a imágenes lo escrito. Se trata de un nueva aventura. No hay reescritura ni ninguna de esas convenciones a las que nos tienen acostumbrados. 

Un director de cine no es alguien que sabe cosas tan poco importantes como que si un personaje sale por la derecha de campo debe volver a entrar por la izquierda y cosas como esas. Más bien debe sentir el placer de la mirada, debe ser irreverente frente al poder de las consignas canonizadas y creer en el cine y no en el valor que le brinda a él personalmente. 





    

 

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