Los mundos paralelos de Juan Villegas - Rafael Filippelli





No son nuevos y ya se ha referido a ellos en varias oportunidades. Por ejemplo en sus estupendos “Diálogos” escritos para los primeros números de la "Revista de Cine", donde dos personajes (él mismo) discutían de manera enfrentada su manera de concebir el cine. Simplificando, por un lado el llamado cine industrial, al que Villegas también denomina profesional y, por el otro, un cine que se hace con lo que se tiene a mano, con pocos recursos y el máximo de libertad posible.
Al hablar del cine industrial. Villegas enumera un conjunto de necesidades que van desde prestamistas, abogados, contadores y continúa con utileros, asistentes, fotógrafos hasta llegar a la constitución de un equipo técnico que excede las treinta personas. Lo que olvida decir (no porque no lo sepa) es que cuando se filma en un living –ni hablemos de una cocina– el ochenta por ciento del equipo de filmación no puede estar en el decorado sencillamente porque no cabe. O sea que de las más de los treinta personas que enumera Villegas a lo sumo estarán en la filmación siete u ocho.
Ahora bien, por qué a la manera industrial de encarar las películas se la denomina profesional y a la otra no. ¿En qué consiste la diferencia? ¿Por qué la gente cobra más dinero? Sería ridículo, ¿no? ¿Por qué una película de Trapero sería profesional y otra de Llinás no?  La interrogación retórica viene a cuenta porque a lo largo de mi vida he practicado de igual manera ambos tipos de cine y nunca me sentí más profesional en un caso que en el otro. Comprendo las diferencias. En unas se gasta más dinero con la consecuente posibilidad de después ganarlo en la misma proporción; hay también una evidente búsqueda de una audiencia mayor (lo que no quiere decir como dicen por ahí que lo logren ni que, de lograrlo, tenga nada que ver con la nefasta noción de “popular”) y otras cuestiones en las que mejor no abundar.
Me parece, entonces, que no hay que mezclar las cuestiones. No soy para nada insensible frente a la situación de los trabajadores del cine que hace más de medio año que están sin trabajo. Como no lo soy frente a ningún trabajador en la misma situación. Al mismo tiempo quiero tener el derecho de poder afirmar que no me interesan para nada los problemas de producción y estéticos del cine llamado industrial y sí los de un cine que persigue el cambio permanente y la ampliación constante del campo de lo decible en cuestiones artísticas.

Aún no he leído lo que dijo Llinás en la revista "Crisis" y que cita Juan Villegas. Hace tanto tiempo que mantiene su firmeza respecto de ciertas convicciones morales, políticas y estéticas, y estoy persuadido de que lo que leeré no cambiará demasiado respecto de lo que ya sé. 
Hiroshi Sugimoto


Comentarios

  1. Hola Rafael,
    Estoy totalmente de acuerdo con vos.
    El nivel de infraestructura no es lo que determina el profesionalismo.
    Así la realización no sería más que la consecuencia de una estrategia empresarial. Guiada por la administración del cinismo en un escenario o por la ingeniería de la inocencia en el otro.
    Falso dilema.
    En ambos casos la obra, lo único que importa, no es tenida en cuenta (incluso aquella que se sostiene en la estrategia de quien la realiza).
    Profesional es aquella persona que ante el hacer considera que algo crucial para con su vida se pone en juego.
    Las obras no mienten.
    Abrazos,
    Bruno

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  2. Hablando de libertad, que se habla mucho en estos dias, creo que para el que solo puede filmar por medio del circuito industrial (sea incaa u otros fondos), esta opcion no representa menos libertad, sino todo lo contrario, representa la posibilidad de filmar vs no filmar. Pienso en el que tiene su audi y es libre de ir a donde quiera. A quien no lo tiene, su libertad de ir a otro lugar se la da el transporte publico.
    Digo esto porque sino pareciera que en el quehacer cinematografico las cuestiones de clase no existieran.

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