Las discusiones II - Rafael Filippelli




Estimado Nicolás,
Te respondo en un texto porque me resulta más cómodo. Te invito a que, si tenés ganas, vos hagas lo mismo.
Me alegra tu respuesta, sobre todo por su tono amical y considerado.
Recién estaba escuchando uno de los discos más hermosos de la historia del jazz: ”Blues and Politics” por una big band de Charles Mingus. Vos dirás, qué modo más alambicado de comenzar una discusión que te estoy sugiriendo. Como descuento que la discusión comenzará hoy pero seguirá por un tiempo, los temas, inevitablemente se van a repetir y cruzar todo el tiempo. 
Lamento defraudarte tan temprano pero no creo para nada que haya un cine (ni un arte) de izquierda. No me niego a aceptar que todavía queden resabios de lo que supimos llamar cultura socialista (ahora que lo pienso, en la década del 1980, con un conjunto de amigos supimos fundar una institución a la que llamamos “Club de Cultura Socialista” y no “de izquierda”. No haré nombres pero varios amigos quedaron afuera precisamente por esa diferencia). No sé si la digresión estuvo antes o viene ahora. “Blues and Politics” no es de izquierda. Además de una experiencia de lo sublime, es la reivindicación de una música que ellos prefieren llamar afroamericana y no jazz.
Desde la adolescencia, y hasta mi exilio en México en 1976, milité en partidos de izquierda. Como desde los últimos dos años de secundario (quinto y sexto, dado que fui al Pellegrini) ya había comenzado mi carrera en el cine, recuerdo los esfuerzos por ocultar ante mis compañeros de militancia mis gustos cinematográficos. ¿Cómo decirles que me gustaba Antonioni y no Visconti? ¿Cómo decirles que la escena final de Ciro frente a la fábrica de la Alfa Romeo, donde él trabajaba, bajando línea con mensajes románticamente comunistas (dicen que esas líneas las escribió Guido Aristarco, dado que, según él, la película quedaba dostoievskiana por la identificación del personaje de Delon) me resultaban no sólo groseros sino insultantes.       
No conozco tu edad y, por eso, no sé a qué te referís cuando mencionas las “viejas polémicas intelectuales”. Como descuento que no te referís a los salones de Proust, me inclino a pensar que sentís cierta nostalgia por lo que te contaron o leíste alrededor de las discusiones violentas de los años 1950-1970. Y cuando digo violentas no me refiero a las aligeradas versiones posmodernas que se tienen en los blogs. Cuando yo tenía 20 años conocí a todo el grupo de “Contorno”. De Ramón Alcalde, Ismael y David Viñas y León Rozitchner fui amigo hasta que murieron. Un verdadero privilegio. Sólo como digresión: ¿a qué polémicas intelectuales a partir del cine te podés referir?. Seamos serios: es sólo una expresión de deseos de nuestra parte. Créeme que no hay en lo que voy a decir la menor provocación. Tengo muchos defectos pero no ese. Mis compañeros de revista y de blog coinciden en que soy un plomazo y que nunca estoy satisfecho. Sin embargo, estoy orgulloso con lo que estamos haciendo. Desde ya que no te estoy pidiendo que nos aplaudas. No me engaño: no pensamos igual. Es tan cierto que a veces exageramos las diferencias como ellas que son realmente grandes. No se trata de tratar de pensar parecido. Se trata de oírse. Eso es todo.
“Seguir pensando el cine desde la tradición de la modernidad”, decís. Te podría decir que le dedicamos en un número de la revista una discusión colectiva a la cuestión pero me sentiría un falsario. No hay mucho para hacer. Desapareció la idea de totalidad, el mundo estalló en mil pedazos y, aunque te molestes, la idea de un cine de izquierda no soluciona nada.
Queda un tema. Me preguntás “¿Qué pasó entre “La pieza de Franz” y “Secuestro y muerte”? Es como si yo te preguntara qué pasó entre “Los pocillos y “El ausente”. 
Volvemos al tema. Ya lo sugeriste hace poco tiempo, “¿Qué pasó entre “Hay unos tipos abajo” y “El Ausente” con “Secuestro y muerte”. Descuento que pensás que “Secuestro…” es de derecha y las otras de izquierda. No. Para nada. La cuestión pasa por otro lado.
Para la extensión de estos textos que nosotros llamamos impunes estoy muy pero muy pasado.
Para mí fue un placer y espero que la continuemos pronto.

Un abrazo,

Rafael


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