Las Generaciones IV - Rafael Filippelli

 


Después de leer en el blog el atractivo, sugerente, inventivo y valiente segundo texto de Llinás acerca de la cuestión y que este texto le copia el título, no me queda otro remedio que acompañarlo aunque, eventualmente, podamos tener pequeñas discrepancias.

Sin ningún ánimo de empequeñecer sus temáticas, preferiría centrarme en dos cuestiones concomitantes: las “Historias breves”, nacidas en 1995, y a las que Llinás les descubre y describe como “tics del cine nacional”. Está tan, pero tan bien explicado que todo lo que –al menos yo– podría agregar sería totalmente redundante. Insisto, no me referiré a estos tics porque Llinás los ha sintetizado de manera admirable.

Por otro lado, si bien hubiese preferido no hablar de mí, resulta que en ese momento al que se refiere Llinás, aunque ya andaba más cerca de los cincuenta que de los cuarenta años estaba en plena actividad como director de cine y docente. Las generaciones no comienzan conmigo ni terminan con los miembros más jóvenes de la Revista de Cine. Aunque con expectativas diferentes, yo también vi aquellas "Historias breves" del 95. Debo confesar que no veía la hora de que terminaran. Salvo el corto de Lucrecia Martel, por motivos no tan diferentes, el resto me pareció de una antigüedad alarmante. En algunos casos, francamente ofensivos. Me dirán: "varios de los directores luego fueron famosos". Pero qué esperábamos ¿qué fueran famosos o que cambiaran la mediocridad que reinaba y sigue reinando en el cine argentino? Yo, mi generación, venía de acompañar a “The players…..”, de Fischerman, “Invasión”, de Hugo Santiago, “Puntos suspensivos”, de Cozarinsky, aunque a mí no me gustaran, algunas películas de Favio. Tampoco nos habíamos indignado con algunos más viejos que nosotros. “La mano en la trampa”, de Torre Nilsson, “Tres veces Ana”, de Kohon, “La cifra impar”, de Antin.

Llinás hace un punto en el uso del 35 Mm de aquellos cortos y no nos recuerda lo suficiente que eran financiados por el Instituto de Cine con presupuestos verdaderamente escandalosos. Se daban el lujo de tener ocho u once de diafragma. Eso fueron aquellas famosas "Historias breves" del 1995. Empujar todo hacia el lugar equivocado. Así estamos.

Perdón por la primera persona, pero yo no titulé esto “Las generaciones”.  En ese momento, después de fracasar con “Hay unos tipos abajo” y “El ausente”,  dado que nadie lo recuerda lo haré yo, decidí (cuando me hubieran dado todos los subsidios que hubiese pedido) no pedirlos y durante varios años olvidarme del fílmico y filmar en VHS, High- 8 y así de seguido. Para nombrar algunas, "Bs.As. I, II y III" (1990, 1991, 1992), "El río" (1993). "Una actriz" (1994) y más tarde con un poco más de dinero los retratos de Lavelli, Saer, Gandini, "Notas de tango"... 

Tiene razón Mariano Llinás. Hay mucha autocrítica por realizar y mucho por seguir pensando. El período en que estaban de moda con las películas de Lisandro Alonso, Matías Piñeiro y algunos infiltrados... En fin, es una discusión que recién comienza.

Mientras tanto, al menos para mí, hace unos pocos años se vislumbran algunas cuestiones positivas. Las propias películas de Llinás, de Moreno, de Wolf, de Villegas, de Moguillansky que carecen de los tics que denunciaba el texto de Llinás. Me dirán: pero usted solo nombra a sus amigos, a los integrantes de le Revista de Cine. ¿Y?



Comentarios


  1. Dejo este comentario sin ánimo de volver sobre mi “concluso” intercambio con el autor, sino solo para decir que ojalá él y Llinás sigan esta serie... Porque, efectivamente, “hay mucha autocrítica por realizar y mucho por seguir pensando”. Por eso mismo inevitablemente surge la pregunta de por qué “es una discusión que recién comienza”, Y si ha comenzado también fuera de aquí… y aún aquí, visto que no todos parecen querer discutir estas cosas. Y quienes lo hacen dejan sucesivos interrogantes abiertos. Punteo algunas de las preguntas que quedan flotando luego de leer esta nota, en sus propios términos:

    ¿Cuáles serían los “tics del cine nacional”? (están menos “bien explicados” que dados por sabidos, y han pasado a ser un lugar común).

    ¿Qué sería lo “francamente ofensivo” de los cortos de Historias breves, y por qué no lo serían otros ejemplos más recientes, visto que “la mediocridad sigue reinando en el cine argentino”?

    ¿Quiénes serían los “infiltrados”? (palabra que en los 70 evocaba batallas menos amables).

    ¿Qué y quienes llevaron a “empujar todo hacia el lugar equivocado” en que estaríamos?

    ¿Por qué recién “hace unos pocos años se vislumbran algunas cuestiones positivas”? ¿Y por qué no habría otros nombres además de los propios?

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  2. Querido Prividera:
    Como bien sabes (incluso por experiencia propia) soy muy aficionado a las ficciones de espías- especialmente las de la Guerra Fría. Tal vez engañado por esas imágenes novelescas, no puedo dejar de imaginar, al releer tu comentario anterior, que la escena sucede en una habitación de hotel en Varsovia o en un sótano de Kiev, con una luz apuntando a la cara del interrogado, y con el interrogador dando vueltas de un lado a otro de la,repitiendo:
    ¿Cuáles serían los “tics del cine nacional”?
    ¿Quiénes serían los “infiltrados”?
    ¿Qué y quienes llevaron a “empujar todo hacia el lugar equivocado” en que estaríamos?

    Y añadiendo:
    Я хочу, чтобы ваши имена и адреса
    (¡Quiero sus nombres y direcciones!)

    Yo solo puedo decir (a favor del interrogado) que, hasta donde entiendo, lo que uno escribe es lo que uno escribe, incluyendo sus omisiones, y que quien ha elegido decir ciertas cosas, sugerir otras y callar las más ha elegido precisamente eso. También, esta vez en TU defensa, que esa elección acaso presuponga también esas dudas e incluso esa lista de preguntas que vos laboriosamente enumeraste. Sólo me permito decir que el hecho de generar en un lector hipotético una serie de preguntas no significa que necesariamente uno quiera ( o sea capaz) de responderlas.

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    1. Curioso, Arsenio, que en la Revista que se jacta de discutir todo lo que otros dejaron de discutir, y en una nota que asume que hay mucho por discutir, y tras un comentario que solo repite de modo acaso redundante lo que la nota misma deja como interrogante, se sienta eso como una escena de interrogatorio...

      Pero no.

      No es curioso. Porque la primera escena falsa es la de la discusión: tal parece que aquí solo se quiere hacer que se discute, pero ante una simple pregunta (que ni siquiera estaba discutiendo los términos) se responde con el repetido gesto de hacerse el interrogado por la Stasi...

      Dejémonos de embromar, como decía mi abuela por evitar gentilmente la otra palabra.

      Me parece que Filippelli no necesita tu defensa porque esto no es un ataque. Lo único que necesita es que alguien siga su conversación y todo lo que se desprende de su texto, que explícitamente lo pide. Y te diría que a vos en particular, porque no parece haber aquí otro con ganas de charlar esto... Y vos parece que tampoco, o que solo lo haces, como te decía en la nota anterior, con estos movimientos de ataque y repliegue, en los que de todos modos yo quedo como el espía caído en desgracia y los de El Amante como simpáticos bochincheros.

      Vamos...

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    2. Es que la ficción me puede, amigo...

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    3. El problema no es la ficción, sino que no tenga relación con la realidad... Nuestra conversación habitual, bah.

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